Se recuerda ayer,
luego de 5 años, tres meses y once días, la puesta en libertad de la ex
Presidente de la Nación doña María Estela Martínez de Perón, una de las
dirigentes que más años estuvo privada de su libertad luego de su derrocamiento
el 24 de marzo de 1976.
De esta etapa
sombría, hay quienes la recuerdan manteniendo suma lealtad hacia sus
convicciones de peronista y hacia la vida de otros compañeros, pues, como le
han dicho al que suscribe ‘en off’,
“si algo se le debe reconocer es que
Isabel no entregó a nadie y no se le ha conocido relación alguna con ninguno de
sus captores al solo hecho de pasarla mejor en prisión”.
Hasta
su liberación, Isabel Perón recibió el apoyo de sus partidarios, sean del
Partido Justicialista (PJ) o de la CGT. La central obrera en un pequeño
cuadernillo suscrito en 1980, y que estaba dirigido a todas las regionales y
subregionales del país, pidió por la pronta libertad de Isabelita, al tiempo que,
defenestraba la política económica emprendida por el Ministro de Hacienda del
Proceso de Reorganización Nacional, José Alfredo Martínez de Hoz. Felicita, en
dos renglones apenas, y poniendo reparos en otros excesos de las FF.AA., la
eliminación que se hizo de la guerrilla subversiva según se desprende de ese
importante documento que pasó casi desapercibido para el análisis histórico de
esta etapa de la vida nacional.
Por su parte, tengo a la vista un
comunicado mecanografiado que, sin firmas al pie, lleva por título POR LA VIGENCIA DE LOS DERECHOS HUMANOS Y
LAS LIBERTADES DEMOCRATICAS, que obra en la vitrina 34 de la Biblioteca
“Felipe Gallardo” de la Escuela Político Sindical de la UATRE. No lleva fecha,
aunque por un párrafo que hace alusión a la “desastrosa pérdida de las islas Malvinas”, infiero que pudo haber
sido escrito inmediatamente después del Conflicto el Atlántico Sur. A su vez, podemos
observar en un apartado el pedido que se hace para dejar en libertad política (atención con el
término) a Isabel Perón. Es una misiva que, sin dudas, la hace el PJ aunque ya
inmerso en esa coalición que se denominó “Multipartidaria”, donde convivía,
para buscar una salida democrática al país, con varios partidos políticos de
otras tendencias ideológicas.
Para
1982, que es cuando, casi con seguridad, fue escrito el comunicado, Isabel
Perón ya estaba en libertad, pero no así en libertad para volver a participar
en la vida política vernácula. Por eso, en un suelto del escrito, y bajo el
título subrayado “ISABEL PERON”, los dirigentes del PJ señalaban que:
“Recientemente se ha dictado un fallo de
la Corte Suprema de la Nación donde se confirma una anterior decisión judicial
de mantener de por vida la inhabilitación política de la ex-presidenta de los
argentinos Isabel Perón. Esta nueva sentencia, ratifica una vez más la no
existencia de independencia del Poder Judicial con relación a la dictadura
militar.
“Por lo demás, demuestra lo proscriptivo
y condicionante de la salida
“democrática” del régimen.
“Nuestro Partido ha venido luchando
desde 1976 para que se dejara en libertad a la ex-presidenta y se derogaran las
injustas inhabilitaciones y por la disolución del CONAREPA[1].
Hemos llamado también, al Peronismo y (a) todas las fuerzas políticas populares
para que tomen firmemente la situación de Isabel Perón. En este sentido,
apoyamos resueltamente la decisión del último Encuentro del Justicialismo en
Bariloche que toma esta reivindicación y llamamos junto a los compañeros
peronistas a desarrollar un vasto movimiento para que se levanten las
proscripciones que pesan sobre Isabel.”
Por su parte, y una vez liberada en julio de 1981 la
ex Mandataria, en las página 12 y 13 de la edición Nº 13 de la Revista Línea,
dirigida entonces por el ex diplomático y revisionista José María Rosa, se le dedica
una importante cobertura a tan menuda cuestión. Lo hace con sorna, pues titula
a la crónica del modo que sigue: “ISABEL: ¿Liberada o Condenada?”.
Desde allí se quejan de la poca importancia que le dieron los medios a la
ilegítima prisión de Isabelita durante más de un lustro, mientras que con su
liberación ahora todos salían a bombardear las primeras planas de los medios
gráficos.
En una parte, la nota de Línea
advertía que “la ex presidente
recuperaría condicionalmente su libertad por haber cumplido los plazos
procesalmente previstos, esto es, los dos tercios de su condena (¿condena?)”.
En verdad, no hubo condena sino una lisa y llana privación de sus derechos
políticos, de su libertad y de sus bienes, puntos los cuales los medios no
demostraron mayor interés, recalca la publicación Línea. Por eso, remata
diciendo que “En todo este tiempo, la
Sra. de Perón sigue “cumpliendo condena”, bajo la forma de libertad
condicional”. Aún después de largos años de presidio, a Isabel Perón la
chantajearon, la extorsionaron y la despojaron de sus bienes, los cuales habían
sido adquiridos legítimamente por el teniente general Juan Perón y el aporte de
gremios y afiliados justicialistas, como ser: la casa de la calle Gaspar Campos
en San Vicente[2] y
el chalet “17 de Octubre” de Puerta de Hierro, Madrid.
Tanta vituperación sobre su figura,
hizo de María Estela Martínez de Perón Casas una mujer retraída, llamada a
silencio y recostada sobre dogmas y principios cargados de religiosidad. Esta
actitud se mantuvo en todos sus aspectos, aún en aquellos esporádicos viajes
que, luego de 1981, realizara a nuestro país. Por eso, bien lo comunicaba su
Secretario de Prensa en ese julio de 1981, de que Isabelita “no hará declaración política alguna”,
postura que mantuvo como un mandato en sus últimas décadas.
Por último, apenas arribó al
aeropuerto de Barajas, Madrid, tras ser liberada, Isabel Perón apenas deslizó
algunas respuestas triviales a una breve entrevista que le hiciera la
publicación española Radiolandia 2000.
Dijo que escuchaba música clásica de Beethoven y Lizt, que era un afiebrada
lectora de diarios, revistas y libros y que no iba a opinar de lo que
sucedieron en sus cinco años de cautiverio porque, simplemente, “para hablar del país hay que estar en el
país”, concluyendo con algo que le decía su esposo Juan Perón: “Jamás hay que dejar que la lengua se
adelante al pensamiento”.
Reservo antes del cierre, que fue
Pilar Franco, la hermana del Generalísimo Francisco Franco, quien le dio
acogida a Isabelita para que se radicada definitivamente en España, e incluso
fue aquélla quien la fue vino a buscar a la Argentina ni bien fue puesta en
libertad la ex Presidente de la Nación. Y que Gerónimo Venegas, el recordado
hacedor y ex Secretario General de la UATRE fue un admirador de la señora de
Perón, al punto de reivindicarla con un hermoso cuadro que hoy se ubica, en un
lugar preferencial, en el salón del 1º piso de la sede de las 62 Organizaciones
Peronistas (avenida Independencia 3058, Capital Federal).
Punto entonces.