Pasó sin pena ni
gloria, el viernes 20 de noviembre próximo pasado, y para desgracia de quienes
apreciamos la obra patriótica de Rosas, el “Día de la Soberanía Nacional”, hito
de nuestra historia argentina que recuerda la primera batalla librada contra las
fuerzas navales anglo-francesas de la llamada Guerra del Paraná, en igual fecha
del año 1845.
Impuesto
como feriado por el gobierno que culminará el 11 de diciembre de 2015, el “Día
de la Soberanía Nacional” quedó confinado para su celebración una semana más
tarde, o sea, para el viernes 27 de noviembre, imponiendo a este último día
como jornada de feriado al solo efecto de aprovechar un fin de semana largo y
la rienda suelta de unas mini-vacaciones ambicionadas. A su vez, se aludió que
tal postergación del feriado respondió al acto electoral que tuvo lugar el
domingo 22 de noviembre. Así y todo, aún sigo sin entender por qué se decidió
trasladar el recuerdo de la batalla de la Vuelta de Obligado una semana después
de su histórica efeméride. Pues bien, aquí encuentro la primera desvirtuación
de un día tan caro para el espíritu nacional.
Como
segundo término, incluiría el hecho de que en cada uno de los feriados por el
“Día de la Soberanía Nacional” en que le tocó hablar a Cristina Fernández de
Kirchner ante el monumento emplazado en la localidad de San Pedro, provincia de
Buenos Aires, no se observaba entre la muchedumbre convocada ninguna bandera
argentina, y los discursos lejos estaban de recordar la gesta del 20 de
noviembre de 1845. Todo era una pantomima político-partidaria aborrecible.
En
tercer lugar, jamás se condijo el homenaje al “Día de la Soberanía Nacional”
–y, en consecuencia, al empeño de Juan Manuel de Rosas- con lo actuado por el
gobierno kirchnerista, propulsor del feriado, como se ha dicho. Entre la
imposición de una hermosa epopeya argentina y la acción del gobierno que la
promueve, debe haber una correlación, una coherencia o, a lo sumo, una
imitación.
El
kirchnerismo (2003-2015) ha sido una administración de corte unitario que
vilipendió lo federal. Los datos están reflejados en la matriz económica y
financiera que manejó a lo largo de una década, y además, claro, por la
desculturización que impuso en contra del pueblo argentino, al punto tal de
desnaturalizarlo y de alejarlo, con gradual procedimiento, de sus esencias y
tradiciones gracias a las órdenes unilaterales del gobierno central. Bastaba,
para el caso, que Néstor Kirchner, primero, y Cristina Fernández Wilhelm,
después, azuzaran con sus caprichos los lineamientos a seguir.
El
gran problema de la vieja –y eterna- disputa entre unitarios y federales radicó
en el puerto de Buenos Aires, tal como sugiere don Félix Luna, cuando afirma: “Buenos Aires luchó en toda época, con
constancia e inteligencia, para conquistar dos objetivos: ser el puerto único
o, al menos, el más importante de esta región del continente, y dirigir con sus
hombres, sus ideas, sus intereses y su estilo al resto del conjunto nacional, a
veces como capital y otras veces negándose a serlo”.[1] De igual modo, es por demás elocuente la Proclama
del caudillo federal y coronel Felipe Varela del 6 de diciembre de 1866, en la
que se encarga de reflejar el problema real de Buenos Aires versus el interior:
“La Nación Argentina goza de una renta de diez
millones de duros, que producen las provincias con el sudor de su frente. Y sin
embargo, desde la época en que el Gobierno libre se organizó en el país, Buenos
Aires, a título de Capital, es la provincia única que ha gozado del enorme
producto del país entero, mientras en los demás pueblos, pobres y arruinados,
se hacía imposible el buen quicio de las administraciones provinciales, por la
falta de recursos y por la pequeñez de sus entradas municipales para subvenir
los gastos indispensables del gobierno local.”
Puesto
de manifiesto este enfrentamiento histórico, aún no subsanado, expondremos por
qué el kirchnerato ha practicado un sistema unitario de gobernabilidad.
SALVAJES UNITARIOS
Cuando
aún vivía Néstor Carlos Kirchner (febrero de 2010), su esposa, la entonces
presidente Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner, se comportaba como una
salvaje unitaria del pasado, en cuanto decidió, de modo arbitrario, una
modificación presupuestaria para reasignar la friolera de $ 144.209.091
(pesos), que no eran sino fondos del Tesoro Nacional que debían destinarse
hacia las provincias del interior. En lugar de favorecer a éstas, esos 144 millones
de pesos fueron a parar al Programa “Fútbol para Todos”… El fútbol, inculcado
como mera distracción popular y vehículo de propaganda oficialista, le ganaba a
las economías empobrecidas del interior argentino que ya padecían la inflación.
La
arbitrariedad y discreción en el manejo de los fondos públicos que debieron
utilizarse para los presupuestos provinciales, continuaron su escalada. En
agosto de 2011, Cristina Kirchner había desembolsado para “Fútbol para Todos”
la suma de $ 1.331.000.000 (mil trescientos millones de pesos), lo que
equivalía a 340 millones de dólares norteamericanos. ¿Se acuerdan de las
muertes por desnutrición que tuvo el kirchnerismo durante su gestión? Sigamos
demostrando el unitarismo del gobierno que se va.
En
1999, postrimerías del menemismo, los fondos coparticipados federales que se
giraban a las gobernaciones provinciales equivalían al 51% del total. En
cambio, durante el año 2010 sólo les llegó el 47%. Esto remarcó las carencias
de las provincias del interior respecto de la Capital Federal.
Por
ejemplo, durante el año 2011 se incrementó el número de subsidios que sirvieron
únicamente para financiar el déficit de sistemas deficientes. Se calcula que de
todo el monto gastado en subsidios durante ese año, se hubiera podido pagar una
obra social para cada uno de los habitantes de la República Argentina que se
hallaban fuera de una cobertura de salud. Otro cálculo, señalaba que también se
hubiese podido otorgar un cheque de $ 1881 (pesos) como regalo para cada
compatriota, tenga la edad que tenga.
Otro
rasgo del unitarismo kirchnerista se vio reflejado en los gastos cotidianos. En
la provincia de La Pampa, el boleto durante el 2011 costaba $ 1,90, en Salta
Capital $ 1,75, mientras que en Rosario, provincia de Santa Fe, valía $ 2.- si
se lo abonaba con monedas, sino a $ 1,90 con tarjetas prepagas. ¿Cuánto se
abonaba el boleto de colectivo en Buenos Aires capital? Con el aporte de los
provincianos hechos a través del pago de sus impuestos, el habitante porteño
podía viajar, entonces, al módico precio de $ 1,10, y a $ 1,25 si quería
hacerlo en subterráneo o tren.
Amado
Boudou, delincuente sin par e inamovible Vicepresidente de la Nación
(2011-2015), cuando era Ministro de Economía pagaba un 300% menos el m³ de gas
en su departamento de Puerto Madero que un habitante de la suburbana localidad
de González Catán, Partido de La Matanza, que encima consumía gas en garrafas
(situación que no cambió demasiado al momento en que redacto esta nota,
agrego).
Más
casos de unitarismo salvaje por parte de los Kirchner, los hallamos en julio de
2012, cuando el Gobierno Nacional de Cristina Fernández Wilhelm no le giró a
las provincias de Córdoba y Santa Fe ni siquiera las partidas que figuraban en
la Ley de Presupuestos. Esas provincias venían sufriendo un déficit en sus
cajas de jubilaciones producto de fondos de la ANSES que fueron dilapidados,
desde Buenos Aires, por la administración kirchnerista… Sin embargo, la
provincia de Santa Cruz había recibido el doble de lo previsto en el mismo ítem
de las partidas presupuestarias para las cajas jubilatorias provinciales no
transferidas a la Nación.
No
es bueno caer en el tedio de los datos minuciosos, pero vale recordar que tanta
acumulación de dinero público facilitado por la política unitaria de su gobierno,
le permitió a Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner adquirir joyas por “hasta
1 millón de dólares por año” y “en negro” al ex representante de la joyería
Jean-Pierre, Sergio Hovaghimian. La declaración la hizo el mismo Hovaghimian en
diciembre del año 2014.
A
finales del kirchnerismo, esto es, en julio de 2015, se hubo de profundizar el
sesgo unitario de su política. Porque a lo largo de la gestión
Kirchner-Fernández Wilhelm ha aumentado la concentración de los recursos en el
nivel nacional de gobierno, delineando un claro sentido unitario en el reparto
de la renta federal. Además, porque esos recursos adicionales no han sido
utilizados para reparar desequilibrios regionales ni para mejorar la equidad
distributiva, sino, más bien, para premiar o castigar a las provincias según su
alineamiento con el autoproclamado “proyecto nacional y popular”. Vemos que, en
la década 2005-2015, la presión tributaria de la Nación creció un 44%, del que
sólo un cuarto fue distribuido de modo automático a las provincias. El Gobierno
Nacional, con asiento en Buenos Aires, concentra sobre el filo del kirchnerismo
el 60% de lo recaudado, mientras que “apenas” se responsabiliza del 50% del
gasto consolidado. El 10% extra se lo apropia para distribuirlo
discrecionalmente a la hora del reparto.
Los
ejemplos abundan y son riquísimos, pero la nota aquí termina. Un libro quizás
se escriba en el futuro inmediato sobre el unitarismo salvaje que evidenció el
kirchnerismo. Aquí, por lo pronto, esbozamos algunos datos que nos hacen reflexionar
acerca del desencanto en que ha caído la fecha memorable del 20 de noviembre,
el “Día de la Soberanía Nacional”, jornada en que un gobierno auténticamente
federal pretendió ser homenajeado, mediante la declaración del feriado, por un
genuino desgobierno de cuño unitario, que, por fin, está agonizante.
Por Gabriel O. Turone
[1]
“Buenos Aires y el país”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1982, página
135.