martes, 24 de noviembre de 2015

DESDIBUJADO FERIADO SOBERANO DE UN GOBIERNO UNITARIO



Pasó sin pena ni gloria, el viernes 20 de noviembre próximo pasado, y para desgracia de quienes apreciamos la obra patriótica de Rosas, el “Día de la Soberanía Nacional”, hito de nuestra historia argentina que recuerda la primera batalla librada contra las fuerzas navales anglo-francesas de la llamada Guerra del Paraná, en igual fecha del año 1845.

Impuesto como feriado por el gobierno que culminará el 11 de diciembre de 2015, el “Día de la Soberanía Nacional” quedó confinado para su celebración una semana más tarde, o sea, para el viernes 27 de noviembre, imponiendo a este último día como jornada de feriado al solo efecto de aprovechar un fin de semana largo y la rienda suelta de unas mini-vacaciones ambicionadas. A su vez, se aludió que tal postergación del feriado respondió al acto electoral que tuvo lugar el domingo 22 de noviembre. Así y todo, aún sigo sin entender por qué se decidió trasladar el recuerdo de la batalla de la Vuelta de Obligado una semana después de su histórica efeméride. Pues bien, aquí encuentro la primera desvirtuación de un día tan caro para el espíritu nacional.

Como segundo término, incluiría el hecho de que en cada uno de los feriados por el “Día de la Soberanía Nacional” en que le tocó hablar a Cristina Fernández de Kirchner ante el monumento emplazado en la localidad de San Pedro, provincia de Buenos Aires, no se observaba entre la muchedumbre convocada ninguna bandera argentina, y los discursos lejos estaban de recordar la gesta del 20 de noviembre de 1845. Todo era una pantomima político-partidaria aborrecible.

En tercer lugar, jamás se condijo el homenaje al “Día de la Soberanía Nacional” –y, en consecuencia, al empeño de Juan Manuel de Rosas- con lo actuado por el gobierno kirchnerista, propulsor del feriado, como se ha dicho. Entre la imposición de una hermosa epopeya argentina y la acción del gobierno que la promueve, debe haber una correlación, una coherencia o, a lo sumo, una imitación.

El kirchnerismo (2003-2015) ha sido una administración de corte unitario que vilipendió lo federal. Los datos están reflejados en la matriz económica y financiera que manejó a lo largo de una década, y además, claro, por la desculturización que impuso en contra del pueblo argentino, al punto tal de desnaturalizarlo y de alejarlo, con gradual procedimiento, de sus esencias y tradiciones gracias a las órdenes unilaterales del gobierno central. Bastaba, para el caso, que Néstor Kirchner, primero, y Cristina Fernández Wilhelm, después, azuzaran con sus caprichos los lineamientos a seguir.

El gran problema de la vieja –y eterna- disputa entre unitarios y federales radicó en el puerto de Buenos Aires, tal como sugiere don Félix Luna, cuando afirma: “Buenos Aires luchó en toda época, con constancia e inteligencia, para conquistar dos objetivos: ser el puerto único o, al menos, el más importante de esta región del continente, y dirigir con sus hombres, sus ideas, sus intereses y su estilo al resto del conjunto nacional, a veces como capital y otras veces negándose a serlo”.[1] De igual modo, es por demás elocuente la Proclama del caudillo federal y coronel Felipe Varela del 6 de diciembre de 1866, en la que se encarga de reflejar el problema real de Buenos Aires versus el interior:

“La Nación Argentina goza de una renta de diez millones de duros, que producen las provincias con el sudor de su frente. Y sin embargo, desde la época en que el Gobierno libre se organizó en el país, Buenos Aires, a título de Capital, es la provincia única que ha gozado del enorme producto del país entero, mientras en los demás pueblos, pobres y arruinados, se hacía imposible el buen quicio de las administraciones provinciales, por la falta de recursos y por la pequeñez de sus entradas municipales para subvenir los gastos indispensables del gobierno local.”

Puesto de manifiesto este enfrentamiento histórico, aún no subsanado, expondremos por qué el kirchnerato ha practicado un sistema unitario de gobernabilidad.

SALVAJES UNITARIOS

Cuando aún vivía Néstor Carlos Kirchner (febrero de 2010), su esposa, la entonces presidente Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner, se comportaba como una salvaje unitaria del pasado, en cuanto decidió, de modo arbitrario, una modificación presupuestaria para reasignar la friolera de $ 144.209.091 (pesos), que no eran sino fondos del Tesoro Nacional que debían destinarse hacia las provincias del interior. En lugar de favorecer a éstas, esos 144 millones de pesos fueron a parar al Programa “Fútbol para Todos”… El fútbol, inculcado como mera distracción popular y vehículo de propaganda oficialista, le ganaba a las economías empobrecidas del interior argentino que ya padecían la inflación.

La arbitrariedad y discreción en el manejo de los fondos públicos que debieron utilizarse para los presupuestos provinciales, continuaron su escalada. En agosto de 2011, Cristina Kirchner había desembolsado para “Fútbol para Todos” la suma de $ 1.331.000.000 (mil trescientos millones de pesos), lo que equivalía a 340 millones de dólares norteamericanos. ¿Se acuerdan de las muertes por desnutrición que tuvo el kirchnerismo durante su gestión? Sigamos demostrando el unitarismo del gobierno que se va.

En 1999, postrimerías del menemismo, los fondos coparticipados federales que se giraban a las gobernaciones provinciales equivalían al 51% del total. En cambio, durante el año 2010 sólo les llegó el 47%. Esto remarcó las carencias de las provincias del interior respecto de la Capital Federal.

Por ejemplo, durante el año 2011 se incrementó el número de subsidios que sirvieron únicamente para financiar el déficit de sistemas deficientes. Se calcula que de todo el monto gastado en subsidios durante ese año, se hubiera podido pagar una obra social para cada uno de los habitantes de la República Argentina que se hallaban fuera de una cobertura de salud. Otro cálculo, señalaba que también se hubiese podido otorgar un cheque de $ 1881 (pesos) como regalo para cada compatriota, tenga la edad que tenga.

Otro rasgo del unitarismo kirchnerista se vio reflejado en los gastos cotidianos. En la provincia de La Pampa, el boleto durante el 2011 costaba $ 1,90, en Salta Capital $ 1,75, mientras que en Rosario, provincia de Santa Fe, valía $ 2.- si se lo abonaba con monedas, sino a $ 1,90 con tarjetas prepagas. ¿Cuánto se abonaba el boleto de colectivo en Buenos Aires capital? Con el aporte de los provincianos hechos a través del pago de sus impuestos, el habitante porteño podía viajar, entonces, al módico precio de $ 1,10, y a $ 1,25 si quería hacerlo en subterráneo o tren.

Amado Boudou, delincuente sin par e inamovible Vicepresidente de la Nación (2011-2015), cuando era Ministro de Economía pagaba un 300% menos el m³ de gas en su departamento de Puerto Madero que un habitante de la suburbana localidad de González Catán, Partido de La Matanza, que encima consumía gas en garrafas (situación que no cambió demasiado al momento en que redacto esta nota, agrego).

Más casos de unitarismo salvaje por parte de los Kirchner, los hallamos en julio de 2012, cuando el Gobierno Nacional de Cristina Fernández Wilhelm no le giró a las provincias de Córdoba y Santa Fe ni siquiera las partidas que figuraban en la Ley de Presupuestos. Esas provincias venían sufriendo un déficit en sus cajas de jubilaciones producto de fondos de la ANSES que fueron dilapidados, desde Buenos Aires, por la administración kirchnerista… Sin embargo, la provincia de Santa Cruz había recibido el doble de lo previsto en el mismo ítem de las partidas presupuestarias para las cajas jubilatorias provinciales no transferidas a la Nación.

No es bueno caer en el tedio de los datos minuciosos, pero vale recordar que tanta acumulación de dinero público facilitado por la política unitaria de su gobierno, le permitió a Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner adquirir joyas por “hasta 1 millón de dólares por año” y “en negro” al ex representante de la joyería Jean-Pierre, Sergio Hovaghimian. La declaración la hizo el mismo Hovaghimian en diciembre del año 2014.

A finales del kirchnerismo, esto es, en julio de 2015, se hubo de profundizar el sesgo unitario de su política. Porque a lo largo de la gestión Kirchner-Fernández Wilhelm ha aumentado la concentración de los recursos en el nivel nacional de gobierno, delineando un claro sentido unitario en el reparto de la renta federal. Además, porque esos recursos adicionales no han sido utilizados para reparar desequilibrios regionales ni para mejorar la equidad distributiva, sino, más bien, para premiar o castigar a las provincias según su alineamiento con el autoproclamado “proyecto nacional y popular”. Vemos que, en la década 2005-2015, la presión tributaria de la Nación creció un 44%, del que sólo un cuarto fue distribuido de modo automático a las provincias. El Gobierno Nacional, con asiento en Buenos Aires, concentra sobre el filo del kirchnerismo el 60% de lo recaudado, mientras que “apenas” se responsabiliza del 50% del gasto consolidado. El 10% extra se lo apropia para distribuirlo discrecionalmente a la hora del reparto.

Los ejemplos abundan y son riquísimos, pero la nota aquí termina. Un libro quizás se escriba en el futuro inmediato sobre el unitarismo salvaje que evidenció el kirchnerismo. Aquí, por lo pronto, esbozamos algunos datos que nos hacen reflexionar acerca del desencanto en que ha caído la fecha memorable del 20 de noviembre, el “Día de la Soberanía Nacional”, jornada en que un gobierno auténticamente federal pretendió ser homenajeado, mediante la declaración del feriado, por un genuino desgobierno de cuño unitario, que, por fin, está agonizante.


Por Gabriel O. Turone


[1] “Buenos Aires y el país”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1982, página 135.

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