lunes, 24 de agosto de 2020

UN ANALISIS POLITICO SOBRE EL COVID-19

Desde la implementación del Decreto que generó la cuarentena obligatoria, en la noche del 19 de marzo de 2020, por el presidente Alberto Ángel Fernández, solamente la pandemia del COVID-19 propició la opinión de los infectólogos, inmunólogos y demás hombres de la sanidad, dejando a un lado otras versiones que, por el colapso que trajo consigo el virus de marras, bien pudieron hacernos llegar neurólogos, psicólogos, psiquiatras y, agrego yo, analistas de política internacional, estrategia militar, etc. 

Recién al mes o mes y medio de aquel 19 de marzo, los medios de comunicación comenzaron a invitar como panelistas virtuales –o de forma presencial- a los inefables economistas, sin importar si eran progresistas, liberales o conservadores, convirtiéndose en los nuevos (yo diría, más bien, eternos) gurúes que supuestamente siempre tienen a mano la fórmula para sacarnos de las crisis que, cuando les toca actuar, jamás resuelven.

Las intervenciones y teorizaciones de los hombres de la sanidad y, más tarde, de la economía, infringieron en la comunidad otra grieta más, dirimida, esta vez, entre los “anti-cuarentena” y los “pro-cuarentena”, ambas posturas, fomentadas por los respectivos canales televisivos, radiales, gráficos y digitales, cada uno con el supremo afán de cuidar a sus pagadores, los cuales coinciden en el comando del espectro “izquierda-centro-derecha”. 

A todo esto, se dejó sensible y manifiestamente de lado la salud mental de los argentinos, agobiados por el encierro extensivo y la pérdida de sus libertades pero también por el descenso de sus ingresos y la pauperización de sus economías cotidianas para vivir con dignidad. Al cabo que, ni sanitaristas ni economistas, más proclives a la charlatanería promovida desde las mass media, nunca dieron en cinco meses de cuarentena una solución a ambas problemáticas que tienden a plantear un interrogante cada vez mayor respecto de cómo será la supervivencia de la gente en el período post pandemia.

Sin embargo, la politiquería de la democracia liberal continuó haciendo de las suyas: no donaron parte de sus jugosos sueldos para ayudar al siempre quebrantado sistema de salud público; entre gallos y medianoches hicieron compras de insumos con escandalosos sobreprecios dañando al erario estatal; plantearon expropiaciones impopulares; apuraron reformas como la judicial para el amparo de los funcionarios delincuentes; aplicaron programas oficiales con “lenguaje inclusivo”; liberaron presidiarios comunes con la excusa del COVID-19; dieron libertad domiciliaria a dirigentes con causas por malversación; y un largo etcétera más. Tales medidas, surge a la vista, nada importan a la población desamparada, desocupada y aturdida.

MARAÑA DE INTERESES SINARQUICOS

De todos los ítems nombrados y hechos a espaldas del ciudadano de a pie, hay otro que es el que más relación tiene respecto del COVID-19 o Coronavirus, y tiene que ver con las mentadas “vacunas salvadoras” con que un puñado de laboratorios farmacéuticos multinacionales pretenden “inmunizar” a la humanidad. Con el agravante de que nuestra Argentina pasa a ser un candidato principal como conejillo de Indias para la experimentación de varios tipos de vacunas que, al parecer, se encuentran en fases de elaboración, prueba y producción.

La fiebre por fabricar una vacuna que saque del atolladero a la población mundial, se ha convertido en el eslogan más publicitado desde mediados de julio para acá. Por lo tanto, hoy se endiosa a las farmacéuticas comprometidas en dicha solución como el único camino viable para enfrentar al COVID-19, y se vitupera a quienes plantean, desde otro ángulo, soluciones tal vez alternativas como la del dióxido de cloro que, de comprobarse su funcionamiento contra el virus pandémico, le acarrearía enormes pérdidas económicas a los gigantes de la industria farmacéutica.

¿Qué intereses se mueven detrás de estas farmacéuticas hoy encumbradas y en la cual se pretende colocar toda esperanza? Partamos de la base, de que unos meses antes de que trasciendan los primeros pasos de esta pandemia, el 18 de octubre de 2019 tuvo lugar en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, un simulacro de pandemia que fue organizado bajo el título de Event 201 – A Global Pandemic Excersice (traducido al español, “Evento 201 – Un ejercicio de pandemia global”).

De este simulacro participaron, entre otras organizaciones, la Bill and Melinda Gates Foundation, la Universidad Johns Hopkins (la misma que mantiene la contabilidad oficial de contagiados, muertos y recuperados de COVID-19 a escala mundial) y el Foro Económico Mundial, entre otros. Extraño, por cierto, que se involucre a la máxima entidad económica global en un simulacro de pandemia, si no pensáramos que allí también se estudió la posibilidad de sopesar y calcular las pérdidas que una tal supuesta pandemia iba a generarle al mundo entero. Todo muy calculado, planificado.

Entreverando principios malthusianos y de control poblacional, años antes del simulacro varios dirigentes de la política mundial esgrimían sus puntos de vista acerca de lo imperioso que sería eliminar a la población vieja, dicho esto por los gastos que producen en la economía mundial. Hemos leído, en este sentido, lo dicho por Christine Lagarde (ex directora del FMI y actual presidente del Banco Central Europeo), quien dijo: “Los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía global. Tenemos que hacer algo y ya”. O sino, lo que expresara el Ministro de Finanzas de Japón, Taro Aso, quien pidió a los ancianos de su país que “se den prisa en morir” por los gastos que provocan al sistema de salud nipón.

La Bill and Melinda Gates Foundation, por ejemplo, dueña de Microsoft, es una de las organizaciones que está detrás en más de un proyecto de vacuna contra la pandemia por ellos promovida. 

El 12 de agosto de 2020, justo cuando se conmemoraba el “Día de la Reconquista” de Buenos Aires contra las tropas inglesas en 1806, el presidente Alberto Fernández anunciaba que en nuestro país se iba a producir la vacuna contra el COVID-19 que se viene desarrollando en la Universidad de Oxford, Inglaterra, recibiendo calurosos elogios por parte del Embajador británico en Buenos Aires, Mark Kent, por tan apreciable colaboración experimental. Al mismo tiempo, Fernández nombró que uno de los responsables de la producción local e Hispanoamericana de esa vacuna estará bajo la responsabilidad del inescrupuloso Hugo Arnoldo Sigman, presidente o director del laboratorio mAbxience que trabaja, a su vez, con la firma británica AstraZeneca [1], ligada a Oxford. 

Vale decir que en enero de 2020, como aprontando el afianzamiento de esta red de vínculos y favores para lanzar y contrarrestar la pandemia, Hugo Sigman fue designado “Embajador de Buena Voluntad” del Instituto Interamericano de Cooperación con la Agricultura (IICA), un organismo que recibe la financiación de Microsoft, oh casualidad, de Bill Gates y su Fundación (Bill and Melinda Gates Foundation), participante de la simulación de la pandemia de octubre de 2019.

Otra iniciativa para la obtención de la vacuna contra el Coronavirus, le pertenece a la farmacéutica norteamericana Pfizer, que también tuvo la aprobación de las autoridades gubernamentales argentinas en julio de 2020 para que cuente con 30.000 “voluntarios”. El proyecto se titula Lightspeed (en español, “Velocidad de la Luz”), y su cabeza visible es el Dr. Fernando Polack, quien fue recibido por Alberto Fernández en la quinta de Olivos el 10 de julio de 2020, según consta en la cuenta de “Twitter” del mandatario.

Polack no es un simple filántropo. Se trata del presidente de la Fundación INFANT, una ONG fundada por él en el año 2003, y que recibe financiación extranjera de la Bill and Melinda Gates Foundation… Sí, la misma que también está detrás del proyecto experimental de la vacuna de Oxford. ¿Casualidad, no? La Fundación de Bill Gates le dio a Polack la friolera de U$S 3.600.000 entre los años 2016 y 2020, en aportes para la Fundación INFANT. En la currícula de Fernando Polack vemos que se perfeccionó como infectólogo en la Johns Hopkins School of Medicine, de Estados Unidos, o sea, la universidad que también participó del simulacro de pandemia de octubre de 2019 y que cuenta las cifras oficiales mundiales del COVID-19.

Entender estos menesteres de la globalización sinárquica modificaría radicalmente la óptica de esta pandemia planificada de COVID-19 que nos han vendido hasta ahora, y que nos ha quitado un año de vida, proyectos personales y la entrada a una etapa llena de oscurantismo y siniestros intereses.


Por Gabriel O. Turone

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Referencias:

[1] AstraZeneca tiene una mayoría accionaria que pertenece a la familia judía de banqueros Wallenberg y al fondo financiero "BlackRock", o sea, el principal grupo acreedor de la deuda externa argentina.