martes, 25 de octubre de 2016

PLAN DE NATALIDAD DE PERON 1948 --VS.-- PLAN KISSINGER 1974

Protección de la Natalidad 
Secretaría Técnica de la Presidencia de la Nación
1948


En una parte del Memorando de Seguridad Nacional 200 (más conocido como Plan de Control Poblacional) elaborado por el Secretario de Estado de EE.UU. Henry Kissinger, dice en un párrafo dedicado al aborto:

“Mientras las agencias participantes en este estudio no tengan recomendaciones específicas para proponer sobre el aborto, en las discusiones siguientes serán importantes y deberán considerarla en el contexto de una estrategia global poblacional”.

En otro párrafo, sugería el siniestro criminal: “Es urgente que las medidas para reducir la fertilidad mundial se inicien inmediatamente y sean efectivizadas en los ’70 y ‘80".

PROTECCION DE LA NATALIDAD

En 1948, el gobierno justicialista contemplaba, en cambio, el fomento de la natalidad en un mundo que debía estar equilibrado tanto en el goce como en la distribución de los bienes materiales. Para ello (ver el gráfico), Perón incentivaba dos aspecto: a) los casamientos, y b) la natalidad.

Medidas referidas al punto a), eran: 1) la INDISOLUBILIDAD del Matrimonio y validar civilmente el matrimonio religioso (hoy es, justamente, a la inversa, vale la firma civil y se prescinde del compromiso religioso), y, 2) activar el salario familiar y el subsidio a los casamientos.

Respecto al punto b), se apoyaba el asunto sobre tres ejes: 1) Socialmente (entre otras cosas, dice "REPRESION SEVERA DEL ABORTO"); 2) Económicamente (subsidio a la natalidad y disminución de impuestos a familias numerosas, etc.); y, 3) Sanitariamente (regulación del trabajo y deportes femeninos y enseñanza eugenésica, entre otras).


Por Gabriel O. Turone

miércoles, 19 de octubre de 2016

APOSTILLAS DEL "NI UNA MENOS"



La imagen expuesta fue publicada por un contacto que tengo en la red social "Facebook", y representa una vista parcial de la Marcha “Ni Una Menos” que se llevó a cabo en la Provincia de Córdoba el día de ayer, 19 de octubre de 2016. En el fondo de la misma, sobresale una bandera roja con la inscripción “Ni Una Menos – Las Rojas”. Allí no hay legitimidad en el reclamo sino oportunismo ideológico.

He conocido de mi paso por la Facultad de Ciencias Sociales a esa organización claramente comunista en su concepción ideológica, y, por fortuna, he guardado algunos volantes suyos que, con total impunidad, por las consignas esgrimidas, distribuían en aulas, pasillos y a la salida de aquella casa de altos estudios.

Me reservo entrar en el análisis de las marchas por el “Ni Una Menos”, ya que lo merece en extensión, pero no paso por alto la perversidad de la agrupación “Las Rojas”, venales en sus sentimientos y tramposos en sus fines. Para ello, mostraré uno de esos volantes que “Las Rojas” repartían en la Facultad de Ciencias Sociales (Sede Ramos Mejía, Capital Federal) el 21 de agosto de 2009, en donde puede verse la brutalidad destructiva de su prédica anticlerical, antinacional y antisocial, con menciones específicas contra Monseñor Aguer (algo que continúa, firme, hasta nuestros días) y a favor del asesinato abortista y del cientificismo (empirismo) y el laicismo, características, todas, de la sociedad que no perfilaron un Rosas o un Perón, para hablar de lo vernáculo.

La presencia de “Las Rojas” en una manifestación como el “Ni Una Menos” es, sin dudas, una reafirmación de la ideología materialista que persigue, permitiendo la subversión (o sea, otra versión alternativa) del hecho que se quería expresar en las calles del país. Porque para “Las Rojas”, la lucha contra la violencia hacia la mujer se traduce y reduce a un término belicoso e ideologizado: el “feminismo”[1], una de cuyas primeras significaciones se esboza en la obra del potentado comunista Friedrich Engels titulada El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado (1884):

“El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino.”

De allí que para agrupaciones como “Las Rojas” o la Federación Argentina LGBT la unión natural del hombre y la mujer represente, de acuerdo a su ideología comunista, una manifestación del carácter “burgués” del matrimonio, esto es, identificando a esa unión bajo la dialéctica de la lucha de clases, en donde la mujer vendría a ser “la clase dominada y oprimida” y el hombre “la clase dominante y opresora”.

Al mismo tiempo, quienes integran “Las Rojas” son feministas de pura cepa, militantes de cuestiones que provienen de lo sexual (ellas deconstruyen este término y le llaman “de género”[2]) y que las llevan a la arena político-ideológica de su conveniencia. Y desobedeciendo las leyes inmanentes de la naturaleza (orden natural) teorizan en que cada ser humano es el resultado de la historia y la cultura (proceso de deconstrucción semántica). De este modo, y gracias a la publicidad de los medios masivos de comunicación, se instala la idea de que los seres humanos “nacemos sexualmente indefinidos”, premisa desde la cual se puede “construir” su preferencia u orientación sexual. Replicada esta práctica por los grupos radicalizados y por una prensa complaciente e interesada, la sociedad termina por naturalizar, primero, y aceptar, después, las políticas de lobby practicadas en los países preferentemente subdesarrollados y financiadas desde el exterior por Fundaciones, “Think Tanks”, ONGs “mundialistas”, la ONU, el FMI, el Banco Mundial, etc., etc. Este es, entonces, el proceso que se da para la aceptación final de una nueva ética internacional que tiene por popes a las minorías en detrimento de las mayorías.[3]

Así se entiende la encarnizada lucha de “Las Rojas”, detrás de cuyo paragua se esconden grandísimos intereses comprometidos en el rompimiento de la familia como institución fundamental de toda comunidad y de los popes que, como Henry Kissinger en 1974 (Memo 200), vislumbraban el despoblamiento de aquellas zonas donde abundan las materias primas para que los países industrializados puedan seguir manteniendo un opulento status de vida.


Por Gabriel O. Turone



[1] Eva Perón en La Razón de mi Vida, se refería al “feminismo” de modo despectivo al retratarlo como la “masculinización de nuestro sexo”. (9º Edición, Peuser, Diciembre 1951, página 273)

[2] Por “género” entendemos al género humano, al género animal, al género musical, pero no a una categoría sexual. De allí, que hablar de ‘violencia de género’ es una expresión errónea.
Lo mismo que referirse a los asesinatos de mujeres bajo el concepto de “femicidio”. Se debe decir homicidio, puesto que “homi” proviene de “homo”, que quiere decir “semejante”, y tanto hombres y mujeres son semejantes en cuanto humanos. Por ende, no hay, no existe en ningún diccionario una explicación del prefijo “femi”, y mucho menos alguno que contenga el término “femicidio”, el cual fue ‘construido’ por las minorías radicalizadas para imponer su ideología políticamente correcta.

[3] El filósofo Alberto Buela sabe decir que el siglo XX fue el de la aceptación de las mayorías, y el del siglo XXI favorable a las minorías.