martes, 24 de noviembre de 2015

DESDIBUJADO FERIADO SOBERANO DE UN GOBIERNO UNITARIO



Pasó sin pena ni gloria, el viernes 20 de noviembre próximo pasado, y para desgracia de quienes apreciamos la obra patriótica de Rosas, el “Día de la Soberanía Nacional”, hito de nuestra historia argentina que recuerda la primera batalla librada contra las fuerzas navales anglo-francesas de la llamada Guerra del Paraná, en igual fecha del año 1845.

Impuesto como feriado por el gobierno que culminará el 11 de diciembre de 2015, el “Día de la Soberanía Nacional” quedó confinado para su celebración una semana más tarde, o sea, para el viernes 27 de noviembre, imponiendo a este último día como jornada de feriado al solo efecto de aprovechar un fin de semana largo y la rienda suelta de unas mini-vacaciones ambicionadas. A su vez, se aludió que tal postergación del feriado respondió al acto electoral que tuvo lugar el domingo 22 de noviembre. Así y todo, aún sigo sin entender por qué se decidió trasladar el recuerdo de la batalla de la Vuelta de Obligado una semana después de su histórica efeméride. Pues bien, aquí encuentro la primera desvirtuación de un día tan caro para el espíritu nacional.

Como segundo término, incluiría el hecho de que en cada uno de los feriados por el “Día de la Soberanía Nacional” en que le tocó hablar a Cristina Fernández de Kirchner ante el monumento emplazado en la localidad de San Pedro, provincia de Buenos Aires, no se observaba entre la muchedumbre convocada ninguna bandera argentina, y los discursos lejos estaban de recordar la gesta del 20 de noviembre de 1845. Todo era una pantomima político-partidaria aborrecible.

En tercer lugar, jamás se condijo el homenaje al “Día de la Soberanía Nacional” –y, en consecuencia, al empeño de Juan Manuel de Rosas- con lo actuado por el gobierno kirchnerista, propulsor del feriado, como se ha dicho. Entre la imposición de una hermosa epopeya argentina y la acción del gobierno que la promueve, debe haber una correlación, una coherencia o, a lo sumo, una imitación.

El kirchnerismo (2003-2015) ha sido una administración de corte unitario que vilipendió lo federal. Los datos están reflejados en la matriz económica y financiera que manejó a lo largo de una década, y además, claro, por la desculturización que impuso en contra del pueblo argentino, al punto tal de desnaturalizarlo y de alejarlo, con gradual procedimiento, de sus esencias y tradiciones gracias a las órdenes unilaterales del gobierno central. Bastaba, para el caso, que Néstor Kirchner, primero, y Cristina Fernández Wilhelm, después, azuzaran con sus caprichos los lineamientos a seguir.

El gran problema de la vieja –y eterna- disputa entre unitarios y federales radicó en el puerto de Buenos Aires, tal como sugiere don Félix Luna, cuando afirma: “Buenos Aires luchó en toda época, con constancia e inteligencia, para conquistar dos objetivos: ser el puerto único o, al menos, el más importante de esta región del continente, y dirigir con sus hombres, sus ideas, sus intereses y su estilo al resto del conjunto nacional, a veces como capital y otras veces negándose a serlo”.[1] De igual modo, es por demás elocuente la Proclama del caudillo federal y coronel Felipe Varela del 6 de diciembre de 1866, en la que se encarga de reflejar el problema real de Buenos Aires versus el interior:

“La Nación Argentina goza de una renta de diez millones de duros, que producen las provincias con el sudor de su frente. Y sin embargo, desde la época en que el Gobierno libre se organizó en el país, Buenos Aires, a título de Capital, es la provincia única que ha gozado del enorme producto del país entero, mientras en los demás pueblos, pobres y arruinados, se hacía imposible el buen quicio de las administraciones provinciales, por la falta de recursos y por la pequeñez de sus entradas municipales para subvenir los gastos indispensables del gobierno local.”

Puesto de manifiesto este enfrentamiento histórico, aún no subsanado, expondremos por qué el kirchnerato ha practicado un sistema unitario de gobernabilidad.

SALVAJES UNITARIOS

Cuando aún vivía Néstor Carlos Kirchner (febrero de 2010), su esposa, la entonces presidente Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner, se comportaba como una salvaje unitaria del pasado, en cuanto decidió, de modo arbitrario, una modificación presupuestaria para reasignar la friolera de $ 144.209.091 (pesos), que no eran sino fondos del Tesoro Nacional que debían destinarse hacia las provincias del interior. En lugar de favorecer a éstas, esos 144 millones de pesos fueron a parar al Programa “Fútbol para Todos”… El fútbol, inculcado como mera distracción popular y vehículo de propaganda oficialista, le ganaba a las economías empobrecidas del interior argentino que ya padecían la inflación.

La arbitrariedad y discreción en el manejo de los fondos públicos que debieron utilizarse para los presupuestos provinciales, continuaron su escalada. En agosto de 2011, Cristina Kirchner había desembolsado para “Fútbol para Todos” la suma de $ 1.331.000.000 (mil trescientos millones de pesos), lo que equivalía a 340 millones de dólares norteamericanos. ¿Se acuerdan de las muertes por desnutrición que tuvo el kirchnerismo durante su gestión? Sigamos demostrando el unitarismo del gobierno que se va.

En 1999, postrimerías del menemismo, los fondos coparticipados federales que se giraban a las gobernaciones provinciales equivalían al 51% del total. En cambio, durante el año 2010 sólo les llegó el 47%. Esto remarcó las carencias de las provincias del interior respecto de la Capital Federal.

Por ejemplo, durante el año 2011 se incrementó el número de subsidios que sirvieron únicamente para financiar el déficit de sistemas deficientes. Se calcula que de todo el monto gastado en subsidios durante ese año, se hubiera podido pagar una obra social para cada uno de los habitantes de la República Argentina que se hallaban fuera de una cobertura de salud. Otro cálculo, señalaba que también se hubiese podido otorgar un cheque de $ 1881 (pesos) como regalo para cada compatriota, tenga la edad que tenga.

Otro rasgo del unitarismo kirchnerista se vio reflejado en los gastos cotidianos. En la provincia de La Pampa, el boleto durante el 2011 costaba $ 1,90, en Salta Capital $ 1,75, mientras que en Rosario, provincia de Santa Fe, valía $ 2.- si se lo abonaba con monedas, sino a $ 1,90 con tarjetas prepagas. ¿Cuánto se abonaba el boleto de colectivo en Buenos Aires capital? Con el aporte de los provincianos hechos a través del pago de sus impuestos, el habitante porteño podía viajar, entonces, al módico precio de $ 1,10, y a $ 1,25 si quería hacerlo en subterráneo o tren.

Amado Boudou, delincuente sin par e inamovible Vicepresidente de la Nación (2011-2015), cuando era Ministro de Economía pagaba un 300% menos el m³ de gas en su departamento de Puerto Madero que un habitante de la suburbana localidad de González Catán, Partido de La Matanza, que encima consumía gas en garrafas (situación que no cambió demasiado al momento en que redacto esta nota, agrego).

Más casos de unitarismo salvaje por parte de los Kirchner, los hallamos en julio de 2012, cuando el Gobierno Nacional de Cristina Fernández Wilhelm no le giró a las provincias de Córdoba y Santa Fe ni siquiera las partidas que figuraban en la Ley de Presupuestos. Esas provincias venían sufriendo un déficit en sus cajas de jubilaciones producto de fondos de la ANSES que fueron dilapidados, desde Buenos Aires, por la administración kirchnerista… Sin embargo, la provincia de Santa Cruz había recibido el doble de lo previsto en el mismo ítem de las partidas presupuestarias para las cajas jubilatorias provinciales no transferidas a la Nación.

No es bueno caer en el tedio de los datos minuciosos, pero vale recordar que tanta acumulación de dinero público facilitado por la política unitaria de su gobierno, le permitió a Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner adquirir joyas por “hasta 1 millón de dólares por año” y “en negro” al ex representante de la joyería Jean-Pierre, Sergio Hovaghimian. La declaración la hizo el mismo Hovaghimian en diciembre del año 2014.

A finales del kirchnerismo, esto es, en julio de 2015, se hubo de profundizar el sesgo unitario de su política. Porque a lo largo de la gestión Kirchner-Fernández Wilhelm ha aumentado la concentración de los recursos en el nivel nacional de gobierno, delineando un claro sentido unitario en el reparto de la renta federal. Además, porque esos recursos adicionales no han sido utilizados para reparar desequilibrios regionales ni para mejorar la equidad distributiva, sino, más bien, para premiar o castigar a las provincias según su alineamiento con el autoproclamado “proyecto nacional y popular”. Vemos que, en la década 2005-2015, la presión tributaria de la Nación creció un 44%, del que sólo un cuarto fue distribuido de modo automático a las provincias. El Gobierno Nacional, con asiento en Buenos Aires, concentra sobre el filo del kirchnerismo el 60% de lo recaudado, mientras que “apenas” se responsabiliza del 50% del gasto consolidado. El 10% extra se lo apropia para distribuirlo discrecionalmente a la hora del reparto.

Los ejemplos abundan y son riquísimos, pero la nota aquí termina. Un libro quizás se escriba en el futuro inmediato sobre el unitarismo salvaje que evidenció el kirchnerismo. Aquí, por lo pronto, esbozamos algunos datos que nos hacen reflexionar acerca del desencanto en que ha caído la fecha memorable del 20 de noviembre, el “Día de la Soberanía Nacional”, jornada en que un gobierno auténticamente federal pretendió ser homenajeado, mediante la declaración del feriado, por un genuino desgobierno de cuño unitario, que, por fin, está agonizante.


Por Gabriel O. Turone


[1] “Buenos Aires y el país”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1982, página 135.

jueves, 3 de septiembre de 2015

TRILOGIA DISCUTIDA: PARTIDOS POLITICOS, DEMOCRACIA Y ELECCIONES



Casi con seguridad, y como nunca antes, emergen en buena parte de la población los principales cuestionamientos hacia el sistema político argentino actual, que encuentra su fundamento, como sabemos, en tres conceptos glorificados a partir de la Revolución Francesa de 1789, como son: los partidos políticos, la democracia y el sufragio universal. Simbióticamente, los tres fueron tomados como ejemplos indiscutidos de la política moderna (racionalista, positivista e iluminista) que dejaba atrás a la llamada etapa oscurantista de la religión y la tradición. Ninguno de esos conceptos pudo haber existido sin la creación de los Estados Nacionales que, vale decirlo para nuestra América, partieron los virreinatos hispanos para mejor dominarlos bajo la ambición de la Pérfida Albión (Inglaterra) y otros aliados tales como Portugal, Francia, etc.

            La última manifestación de ese viejo e histórico orden hispano en nuestro país ha sido, a las claras, la Federación de Juan Manuel de Rosas y los caudillos provinciales que apoyaron su política. Ese sistema federal, sin dudas, trató de mantener las antiguas posesiones virreinales que habían sido legadas a nosotros de modo natural. La empresa de Carlos Antonio y Francisco Solano López en el Paraguay, sería la última que en América intentó obedecer a aquella tradición hispánica seguida por Rosas unos años antes en Argentina.

            Fue a partir de 1870, entonces, que se consolidaría sin obstáculos a la vista el predominio de los partidos políticos, la democracia (con sus variables liberal y marxista) y el sufragio universal. El factor que permitió la aparición de este tipo de construcción política en nuestro país ha sido el de la Organización Nacional que inauguró Urquiza, y que robustecieron Mitre, Sarmiento y Nicolás Avellaneda (1852-1879). El resto es historia conocida aunque no monótona: Hipólito Yrigoyen, primero, y Juan Perón, después, hicieron sus respectivas modificaciones para que el pueblo, en vez de quedar excluido de las grandes decisiones estatales, tuviera participación en las mismas a fin de disfrutar, sustancialmente, de los mismos beneficios que tuvieron quienes los gozaron merced al sacrificio de las mayorías. Agrego, que Perón fue el único de ambos que entendió que por encima de los partidos políticos se hallaba el movimiento político.

            Llegados al siglo XXI –más concretamente al año 2001-, aquel sistema inaugurado en los campos de Caseros pero pergeñado en Europa a fines del siglo XVIII, ya llevaba en su seno la contradicción y la desaprobación popular. Traducido: no benefician a la patria.

            Como la crítica hacia los partidos políticos, la democracia y el acto electoral no son algo novedoso –de hecho, los Antiguos Griegos despotricaban contra la democracia al entenderla como lo más próximo a un estado de caos-, he rastreado la opinión de esmerados eruditos –tales como Matías Suárez, Jordan Bruno Genta y Charles Maurras- para entender por qué ellos sintieron que en Occidente esas tres palabras jamás tendrían arraigo y llevaban, por consiguiente, a la anarquía y la destrucción de los fundamentos cristianos de nuestro ser.

            Suárez en su Defensa de la Argentinidad (Plus Ultra, 1978) apela a la semántica para advertir lo que es un partido político: Dice que es una organización política artificial “que parten (por eso se llaman “Partidos”) a la Nación “Total” y que se apoyan en la ficción roussoniana de la voluntad general”. Se infiere, por lo tanto, que los partidos políticos no aparecen en los fundamentos políticos de la Nación Argentina porque “surgieron de la Modernidad afrancesada y culpable, ciertamente, del deterioro en el que vivimos”. Nada más actual, agrego.

En cambio, el voto democrático fue impuesto –y endiosado- como una “fe absoluta” que vino a representar “el acierto metafísico de la “voluntad general”” que emana de la infalible “soberanía popular” teorizada por Juan Jacobo Rousseau. “La “voluntad general” puede ser un aporte interesante para la Sociología, pero nunca, por ser tal, debe ser considerada como verdad absoluta”, señala Suárez. Así, la condena que pesa sobre la “voluntad general” del voto democrático está dada por el hecho de que la democracia lo impone como resultado de una “sagrada verdad” que no se discute. A su vez, “llega un momento de la Historia en que se le dice al hombre: “ni la mentira, ni la verdad, son categorías absolutas; todo es discutible, todo se puede resolver por el ‘voto’, porque la mayoría nunca se equivoca”. Por lo mismo, el Papa Pío IX llegó a expresar que “el sufragio universal es una prostitución universal”. Y no debe omitirse que por la “voluntad general”, Barrabás fue perdonado y Jesús condenado a la crucifixión. ¿La mayoría nunca se equivoca?

            El docente y erudito Jordan Bruno Genta, demuele al sistema democrático por confundirlo, adrede, con la idea de Patria. Para ello, cita a Ricardo Levene, un gran macaneador en ese sentido, quien afirmaba: “Patria y democracia integran un solo valor vivo e institucional para los argentinos”. Nada más errado, afirma Genta, para quien esta barbaridad es hija de “la falsificación liberal y masónica de la Historia” que “nos hace perder el sentido verdadero de la Patria”. Resulta inaceptable invocar a la democracia como si ésta fuera la Patria misma, porque esto significaría que “servir a la Patria es servir a la democracia; esto es, a la soberanía popular, a las mayorías accidentales, el poder ciego del número abstracto y vacío”. Esto último me resulta familiar, en cuanto replico en mi mente una frase dicha, a troche y moche, por Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner y sus adláteres: “En 2011 ganamos con el 54% de los votos y por ende soy la presidenta de los 40 millones de argentinos”. He aquí, la dictadura del número frío que todo lo pretende abarcar, asumiéndose una representación generalizadora que lejos está de serlo. Quien esto suscribe, no se siente parte de su partido político ni de sus postulados…no es bueno, ni sabio, generalizar con el cálculo matemático del voto endiosado e inexpugnable.[1]

            En Guerra Contrarrevolucionaria, Jordan Genta sostiene que “No es prudente, ni sensato, ni razonable creer que se puede llegar a restaurar la Patria y el mundo en Cristo por la vía democrática y burguesa del Sufragio Universal. Mas bien, es imprudente, insensato y absurdo porque ya nos lo anticipó el propio Marx: “El Sufragio Universal es el gradímetro de la madurez del proletariado”.

            El francés Maurras (1868-1952), católico y opositor a los dogmas de la Revolución Francesa de 1789, va a identificar a la democracia con una arrolladora “dictadura del número”. De hecho, va a negarse “a suscribir aquella proposición según la cual la verdad de una situación política debía confiarse de manera absoluta a la decisión de una mayoría numérica, con menosprecio de la opinión sabia y experimentada”.[2] En la misma crítica a la democracia, incluirá a los partidos políticos que pululan en ella, a los cuales señala como intrínsecamente contradictorios, por cuanto “Los partidos políticos democráticos, por ejemplo, utilizaban la fuerza, pero una vez en el poder se apresuraban a descalificarla en nombre de las leyes, la Constitución y el derecho”. El esquema cierra perfectamente bien, si tenemos en cuenta que por el voto democrático un partido político de la democracia se reviste de legitimidad para hacer lo que se le antoje, dado que ya fue elegido por la mayoría que jamás se equivoca… Incurre ese partido triunfante, entonces, en la construcción de lo que para él es correcto de aquello que no lo es, así caiga en enormes contradicciones y arbitrariedades insospechadas.

            En La Comunidad Organizada, Perón advierte que la democracia en sí misma no representa una totalidad, y por eso mismo, no existe en su seno la armonía. Debido a esto, el hombre del presente vive inmerso en una crisis de tipo materialista, en donde “hay demasiados deseos insatisfechos, porque la primera luz de la cultura moderna se ha esparcido sobre los derechos y no sobre las obligaciones; ha descubierto lo que es bueno poseer mejor que el buen uso que se ha de dar a lo poseído o a las propias facultades”. De esta manera, el sistema democrático, amparado en esa cultura moderna con sus teóricos y sus valoraciones, no reconoce sino los derechos que le corresponden mas no sus obligaciones. Por lo tanto, la democracia manifiesta apetencias egoístas e individualistas que la transforman en un sistema ineficaz y absolutamente disgregador.

            Por último, el Artículo 1º de la Constitución Nacional de 1949 no hablaba de un sistema político Republicano Democrático para el país sino, más bien, de uno Republicano Federal. Así también era concebido para la Confederación Argentina en 1853 y más aún en los pactos preexistentes a la Carta Magna. Jamás se habló de democracia tal y como hoy la conocemos.



Por Gabriel O. Turone 




[1] Si a lo dicho le sumamos que para potenciar una estadística electoral obraron el dinero proveniente del narcotráfico, la prebenda, el subsidio, la extorsión, la duplicación ilegal de DNIs y otras irregularidades más, el número porcentual surgido al final de una elección queda aún más empequeñecido porque, encima, fue alcanzado por medios delincuenciales y/o corruptores.
[2] Zuleta Álvarez, Enrique. “Introducción a Maurras”, Editorial Nuevo Orden, Buenos Aires, 1965, páginas 26 y 27. 

miércoles, 19 de agosto de 2015

ESCUELA SUPERIOR DE CONDUCCION POLITICA Y SINDICAL: PROFESORES Y DISERTANTES (1983-1986)



La formación doctrinaria de cuadros políticos en el Movimiento Nacional Justicialista nace oficialmente en 1951, cuando se crea la Escuela Superior Peronista (ESP), en donde Juan D. Perón y María Eva Duarte fueron ‘Profesores Extraordinarios’ de Cátedras. Allí se impartían conocimientos políticos, sociales, económicos, gremiales, culturales y filosóficos. La ESP perduró hasta 1955.

Durante el “Resistencia Peronista”, apareció otra estructura que, en principio, funcionó clandestinamente en el Sindicato de Empleados de Farmacia allá por 1956: el Instituto Justicialista de Estudios Sociales (IJES), en el cual se perfilaban ya algunos nombres de los profesores que, como Jorge Sulé, Alberto Pérez Villamil y Jorge Cellier, habrían de mantenerse como tales promediando la década de 1980.

El IJES subsistió, por lo menos, hasta 1965/66, momento en donde se creó la Escuela Superior de Conducción Política del Movimiento Nacional Justicialista, cuyas siglas van a ser ESCP. Aquí enseñaron Jacques Marie de Mahieu y Alberto de Baldrich, entre otros destacados.

En octubre de 1973, se publicó lo que, al parecer, fue el único long play – o material audífono- que traía el Texto Oficial impartido para la formación en la ESCP. Titulado “Fundamentos de la Doctrina Nacional Justicialista”, el material sonoro llevaba esa denominación por un texto publicado en 1966 que llevaba el mismo rótulo. Sus textos eran leídos por dos voces en off, pertenecientes a Haydee Ávila y Luis María Solari. La introducción corría por cuenta del teniente general Juan Domingo Perón.

Los temas de este long play, eran: El hombre; la Comunidad Organizada; el Estado; el Origen histórico de la subversión demoliberal y de la subversión marxista; el Capitalismo individualista y el Capitalismo de Estado; la Revolución Nacional Justicialista; y, la Tercera Posición. Además, debemos decir que aquí se adoptó el emblema que publicamos en esta nota, consistente en una Estrella Federal en cuyo centro se halla el Escudo Peronista. En la parte superior, las siglas ESCP.

Disuelto en 1976 por el golpe de Estado cívico-militar, reaparece esta Escuela Superior de Conducción Política con un aditamento: Ahora también se impartían principios sindicales o gremiales. Por eso, sus siglas serán ESCPyS (Escuela Superior de Conducción Política y Sindical).

Tuvo su sede en la calle Hipólito Yrigoyen 788 – 2do. Piso, de la Capital Federal. Al menos, hasta 1986, dictó numerosas clases no solamente en Buenos Aires sino, también, en varias localidades del interior: Carapachay, Lanús, Benito Juárez, General Belgrano, Vicente López, Lomas de Zamora, Florida, San Isidro, Olavarría, Azul, Ramos Mejía, Burzaco, Martín Coronado, Wilde, San Martín, Rada Tilly (Chubut), Comodoro Rivadavia (Chubut), Gualeguay (Entre Ríos), etc.

Consignamos, por último, que como Director de la ESCPyS ejercía el ex cura y Dr. Norberto E. Chindemi, mientras que el Secretario Docente era el Dr. José C. Gómez. Le seguían, en jerarquía, el Lic. Ricardo J. Nin (Secretario de Organización) y Norberto Pazos (Secretario de Finanzas). Del período tomado, trienio 83-86, egresaron 495 alumnos, de los cuales 320 eran varones y 175 mujeres.

            Sigue, entonces, el listado de profesores y disertantes de la ESCPyS entre 1983 y 1986 (por orden alfabético):


ABDELNABIK, Sadik                                           LABAKE, Juan Gabriel
ABOU EL KASEM, Abou Khzam                          LAVORE, Fernando A.
ALBERTI, Blas A.                                                LICASTRO, Julián
ALVAREZ, Delia T.                                                    
ALVITTE, Norberto                                              MAGUIRE, Patricio José
ANGELINI, Luis                                                    MARCHIONI, Azucena
                                                                            MARGEPAN, Carlos
BAIZAN, Mario                                                      MOGLIANI, Armando A.
BASUALDO, Héctor A.                                          MONARCA, Gloria Martha
BAYA, Federico                                                    MONDRAGON, Alberto A.
                                                                             MONTESANO, Vicente
CALDERON, Horacio                                            MORELLO, Beatriz
CANTONI, Juan Carlos                                         MUSTO, Osvaldo F.
CASTIÑEIRA DE DIOS, José M.                                 
CATELLA, Pedro                                                  NAVARRO, Mario
CELLIER, Jorge A.                                                NIN, Ricardo J.
COSENTINO, Jorge                                                   
COSTA, Juan Carlos                                             OTEGUI, José María
CURONE, Elena Marta                                             
                                                                              PALMAS, Teresa de
CHINDEMI, Norberto E.                                          PASSO, Roberto
                                                                              PAVON PEREYRA, Enrique
D’ALESSIO, Juan T.                                               PEREZ SUAREZ, Inés
DA COSTA, José Antonio                                      PEREZ VILLAMIL, Alberto
D’ANNA, Graciela                                                   POTENZA, Víctor E.
DE CARLI, Alfredo A.                                                
DE MATTEI, José Ismael                                        REGO, Ricardo
DIEGUEZ, José María                                             REYNOSO, Abel
                                                                               RICO PATAMIA, Juan
ESTEVA, Hugo M.                                                   ROLANDO, Magdalena

FORINO, Sabatino A. A.                                          SANCHEZ TORANZO, Carlos
FUENTES, Artemio Ángel                                        SANTAMARINA, Carlos
                                                                                SBARRA MITRE, Oscar
GAYOSO, Rodolfo A.                                               SEGURA ALZOGARAY, Carlos
GIL LEZAMA, Guillermo                                            SULE, Jorge O.
GOMEZ, José Camilo                                               
GUERRERO, Pedro                                                  TACCONE, Juan José
GUGLIELMINO, Osvaldo                                           TEVSIC, Adriana
                                                                                 TRUMINO, Pablo
ISA, Naqued




Por Gabriel O. Turone

martes, 21 de julio de 2015

MOV. CIVICO PARA LA CULTURA NACIONAL: CARTA DE PRESENTACION



Movimiento Cívico para la Cultura Nacional


____________________~ Carta de Presentación ~____________________


La formación del individuo es la parte esencial para que los pueblos alcancen su óptima realización, es decir, su equilibrio espiritual y material.

            No hay realización posible si el hombre no inicia el camino con fe, porque el alma es el motor de nuestro corazón que con amor nos acerca a nuestros semejantes, produciendo acciones solidarias y organizadas en beneficio de su propia felicidad para alcanzar su bienestar, el de su familia y el de la comunidad toda.

            La historia es la base para que todo individuo deje de ser un ente primario y pase a convertirse en un ser social. El perfeccionamiento de su intelecto se produce cuando el conocimiento adoptado logra atravesar ciertas pruebas o desafíos con total seguridad, al tiempo que los depositarios de dicho conocimiento continúan produciendo otros acontecimientos que enriquecen y consolidan su crecimiento social mediante la valoración del presente y la construcción del futuro.

            Estos mecanismos que surgen de nuestras diarias inquietudes, son los mismos que dieron paso a la cultura de nuestra comunidad nacional nacida desde los valores cristianos y que, unidos a la sabiduría de los pueblos primitivos, se fueron enriqueciendo con las distintas y sucesivas inmigraciones.

            En nuestra cultura prevalecen valores fundamentales como la fe, la amistad, el amor por la vida, el respeto por la dignidad humana, la libertad, la solidaridad, el interés y el respeto por la justicia, el amor a la tierra, el cariño por la familia, la educación de nuestros hijos y el trabajo, valores todos inspirados en Dios, fuente de toda razón y justicia.

            Autenticidad, creatividad y responsabilidad se suman a la escala de valores que solo pueden ser asumidos por una existencia impregnada de espiritualidad, en plena posesión de una conciencia moral sin la cual el hombre pierde su condición de tal.

            Las distintas etapas de nuestra historia nos fueron dando nuestra identidad, la identidad del criollo, el defensor de su tierra, el que luchó en mil batallas contra la dominación extranjera. Éste no fue otro que el que acuñó sueños de Patria, y quien, en definitiva, con su vida forjó los cimientos necesarios para echar las bases de nuestra independencia.

            Argentina fue, es y será acosado permanentemente por los poderes sinárquicos que aspiran a la conformación y consolidación de un gobierno universal de pensamiento único, ya sea por su mar continental, por la Antártida, por sus riquezas naturales o por sus capacidades intelectuales.

            La defensa de nuestra querida Patria debe darse, sin duda alguna, en la madurez del pueblo argentino, madurez que debe estar sustentada en y por el conocimiento histórico, la conformación de la identidad, la abundancia del saber y el cúmulo de nuestras propias experiencias, instancias que ayudan a afirmar nuestra cultura nacional.

            En un mundo tan controvertido que camina hacia profundos cambios, y en el cual los líderes mundiales todavía carecen de objetividad para la toma de decisiones, hace que la organización de la comunidad deba realizarse en su propio hábitat, buscando soluciones a partir del conocimiento y dando respuestas a sus problemas más elementales para desarrollar la vida en plenitud.

            Necesitamos un proyecto de país, en donde la comunidad nacional participe en un todo, y nos remitimos a las palabras del Santo Padre: “Tenemos que privilegiar el tiempo al espacio, la unidad al conflicto, el todo a la parte y la realidad a la idea”.

            Es indispensable fortalecer la unidad de concepción para la unidad de acción.

            Es el momento de despojarnos de nuestros intereses egoístas y posturas intransigentes que nos fragmenten y dividan. Debemos forjar la Unidad Nacional.

            Para enfrentar la desigualdad, la pobreza, el hambre y la exclusión social, debemos recuperar la cultura del trabajo, el trabajo genuino y no otras formas de esclavitud. Necesitamos un salario real y justo.

            El narcotráfico y la corrupción, caracterizados elementos de destrucción masiva de la mente, el alma y el cuerpo, por un lado; y la lujuria del dinero, que busca de cualquier manera la obtención de plata fácil poniendo en riesgo vidas humanas, instalando el miedo y la inseguridad, por el otro, deben ser correspondidos con la detención, la investigación y la aplicación de la ley.

La justicia debe ser el equilibrio justo para el reordenamiento de la sociedad y la protección física y jurídica de los ciudadanos y las instituciones. Y las penas deben ser de cumplimiento efectivo, sin la intervención de jueces garantistas y sin tolerancias ni justificaciones absurdas o complacientes.

Dentro de la Ley todo, fuera de la Ley nada.

            El trabajo dignifica al hombre y realza su vocación de servicio constructivo. Imaginar nuevas estructuras y formas para adaptarlas a los cambios que se avecinan, es nuestra responsabilidad.

            La economía debe tener vocación productiva, capaz de afianzar el trabajo y de contrarrestar y aniquilar la economía basada en la especulación y la usura. El hombre bajo ningún concepto debe ser explotado ni por el capitalismo salvaje –globalización-, ni por el colectivismo de Estado.

            La mejor economía será aquella que se ponga al servicio del hombre, y el capital al servicio de la economía.

            Debemos romper definitiva e indefectiblemente con el modelo imperial de dominación, para que en su reemplazo se imponga un modelo político que tenga por fin la Reconstrucción Nacional. Ayer ya es tarde. De ahora en más, los argentinos nos debemos la reconstrucción de nuestra Patria, con un Estado organizado y con políticas públicas planificadas y dirigidas por y desde aquél.

            Hay que forjar una democracia directa, participativa y unicameral que involucre a todos los sectores de la comunidad, y en donde los puestos se ocupen únicamente con dirigentes idóneos y representativos. A su vez, el presente histórico hace impostergable la definitiva supresión de la plutocracia y la falacia de la democracia liberal, marxista y progresista en que estamos inmersos, sistema venal en el cual todos dicen ser nuestros representantes, cuando, en verdad, ninguno de sus personeros se hace cargo de la infelicidad actual del pueblo para llevarlo a su grandeza, ordenamiento y redención.

            Es hora de pensar una metodología de pensamiento para emprender, con ella, un ejercicio que contemple las prioridades que nos ocupan como ciudadanos. De este modo, resulta menesteroso movilizar nuestras ideas, desempolvarlas y ponerlas al servicio de la comunidad, todo lo cual recreará un bálsamo para el corazón que nos hará sentir reconfortados de nuestros logros.

            A la cultura de la violencia habrá que oponerle el diálogo franco y constructivo que promueven las causas justas, que siempre han de dirimirse con franqueza y entre argentinos. Pero, a su vez, trabajaremos sin cesar para extirpar de nuestra tierra a los mercaderes del odio sin Patria, ni Bandera.

            Debemos recuperar la pasión y la mística, y dejar de ser simplemente robots o autómatas.

            La ciencia, la tecnología y la informática son instrumentos que tienen que contribuir a la felicidad del hombre y a su crecimiento, y no para perfilarse como meras herramientas que cierran la mente de los ciudadanos, a quienes los alejan de la comunicación humana para solo estar conectados.

            Esta actitud nos forma como esclavos cibernéticos, cuando el hombre es vida. Vive. Vive simplemente, vive en libertad, disfrutando de la naturaleza y de sus seres queridos.

            Los argentinos seríamos ricos, más allá de nuestros recursos materiales, si fuésemos capaces de poner nuestra inteligencia hacia dentro de nuestros espacios geográficos; si fuésemos capaces de desarrollar una construcción arquitectónica del desarrollo armónico, siendo pragmáticos del mundo exterior e interior que nos circunscribe o nos rodea. Solo así alcanzaríamos el éxito que cualquier país del mundo tiene.

            La crítica permanente y destructiva; la competencia desleal; el querer ser el primero siempre, en cualquier ámbito que estemos, aún sin la idoneidad y sin el conocimiento adecuado; la picardía criolla; el desgano y la molicie; la falta de humildad; el no escuchar al otro; el sentirnos más de lo que somos; el no respetar nuestras elementales normas de convivencia; la evasión de la ley; la coima como instrumento legalizado; la mentira institucionalizada, de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo; “la ventajita”; el tener razón cuando no la tenemos; el triunfalismo; y, el ego, son características que deben ser resueltas en toda sociedad que pretenda un cambio severo y rector.

            Esto también es parte de nuestra cultura nacional, por eso el cambio que pretendemos debe ser introspectivo, pues también hay cuestiones irresolutas en nosotros mismos.

            La decadencia impuesta durante tanto tiempo, acentuada que fue en los últimos 50 años en nuestra querida Patria, ha sido y es la consecuencia de una instrucción y educación que debió estar sustentada en la defensa de nuestras raíces y de nuestra propia civilización en vez de favorecer a su pauperización.  

            La felicidad del Pueblo y la grandeza de la Patria son valores irrenunciables para los argentinos de bien.

            La destrucción institucional provocada por los agentes y los sectores que se formaron con Marx, Engels, Hegel, Gramsci, la Escuela de Frankfurt, el Foro de São Paulo y las distintas internacionales de izquierda, amén de aquellos que buscaron adoctrinarse en Cuba, China, Yugoslavia y Checoslovaquia para luego infiltrarse en nuestros organismos, impidieron en conjunto la consolidación de un movimiento nacional, y mediante la lucha armada sacrificaron a generaciones enteras que confundieron su destino para convertirse en instrumento de los agoreros de la muerte y la devastación.

            Por otro lado, estuvieron los que llamaron a las puertas de los cuarteles y se apañaron en militares oportunistas y trasnochados que, mediante golpes de Estado, no hicieron otra cosa que responder a los intereses globales. Así, desde 1955 éstos fueron incapaces de realizar el concepto de la Patria Grande soñado por San Martín, Belgrano, Rosas, Savio, Mosconi, Perón y otros hombres ilustres de nuestro Ejército. Por el contrario, aquéllos se dedicaron a gobernar con el único objetivo de destruir, solapada o abiertamente, a la doctrina nacional justicialista, olvidándose de gobernar y derrocando a todo aquel que sí pretendía hacerlo.

            Los extremos se juntan. Ellos comercializan y negocian con la anuencia de los cipayos de turno que gobiernan y liquidan con sus acciones el amor a la Patria, la consolidación de una Nación y el fortalecimiento de un Estado, destruyendo al hombre y cargándose a generaciones de argentinos en inútil holocausto. Y unos pocos de esos cipayos, son los que mediante todo tipo de dictaduras van marcando un camino que por lo general es el equivocado.

            Nada en la Argentina de los últimos tiempos ha sido obra de la casualidad.

            La propia Guerra de Malvinas, aún con antecedentes legítimos, fue una guerra inapropiada, pero de la cual debemos resaltar, a pesar de un pésimo manejo diplomático, el profesionalismo y el amor a la Patria de nuestros hombres de las FF.AA.: oficiales, suboficiales y soldados, como así también civiles, que dieron batalla y dejaron sus vidas como ofrenda en defensa de su tierra.

            Malvinas nos legó Héroes, mientras que los políticos y los intelectuales de la antipatria se encargaron de negar la historia de la recuperación de las islas en 1982.

            Nuestra Cultura Nacional hoy necesita predicadores imbuidos de pasión para forjar nuestro destino común y para no ser instrumento de la ambición de nadie.

            Nuestra responsabilidad consiste en generar los espacios necesarios para la prédica permanente, la amplitud del campo de la lectura y la adquisición de aquellos conocimientos elementales que nos lleven al encuentro de la verdad y a la construcción de aquellos cimientos de la Nación que fundamenten qué somos, cómo somos, por qué somos, cuándo somos y, por último, de dónde somos.

sábado, 18 de julio de 2015

GUERRA ENTRE BANDAS (SODOMA Y GOMORRA)



El juez federal Claudio Bonadío es hoy un héroe nacional, llevado a esa condición por la pequeña memoria ciudadana que condena y alza –y viceversa- a los hombres públicos con la misma y tenebrosa facilidad con que se le hace creer a un infante sobre la existencia de Papá Noel. Alientan esa inconducta los medios de comunicación y la vanidad del o los protagonistas, quienes, posándose en el rol de futuros nuevos mártires sociales, dejan entrever un final enturbiado, siniestro, cercano al “que parezca un accidente”.

            Bonadío es, digámoslo sin titubeos, un típico funcionario judicial que carga con todas las mañas engendradas por el Estado moderno liberal que supimos conseguir. Cómplice acomodaticio del poder temporal de la política, en vez de serlo del pueblo, su trayectoria como hombre leguleyo arrastra una de las más infames taras de la desnaturalización argentina, surgida luego de la caída de Rosas y definitivamente establecida en 1955, como es “la suspensión de todas las normas jurídicas que protegen los bienes, la libertad y la vida de las personas” [1].

            Quedando a merced del poder político, esto, ya de por sí, convierte al juez federal Claudio Bonadío en un burócrata ejemplar, entendiendo por burocracia a “una despersonalización del gobierno de los hombres” [2]. Y el burócrata no es más que una pieza fría y grisácea, que pone en marcha, desde su rol, una maquinaria que tiene por finalidad satisfacer a las masas previamente descerebradas y domesticadas por el periodismo maquillador y falsario. Bonadío es un fusible que actúa cuando entre ese periodismo y el poder político hay un cortocircuito –casi siempre provocado cuando los negocios salen mal-, y él, entonces, como hombre de la ley, debe salir a jugársela por alguno de los dos bandos en pugna (o defiende a la política o a la prensa con intereses políticos). El pueblo, bien gracias.

            La prensa, o los medios masivos de comunicación, formadores de opinión y generadores de sentido por antonomasia, no entrarían en esta nota si se dedicaran a informar la Verdad. Como no lo hacen se convierten, por ello, en cómplices de los delincuentes revestidos de “representantes del pueblo”, por lo que merecen, al menos, unas críticas palabras.

            ¿Qué debería informar la prensa ahora, en julio de 2015, respecto del juez federal Claudio Bonadío, antes de ser aclamado como héroe nacional por su enfrentamiento contra el kirchnerismo delincuencial? Primeramente, mostrar su prontuario político, que es jugoso y variopinto. Por que el pueblo está, sin más, observando una nueva guerra entre bandas, como sucede en algunos puntos de nuestro país con el narcotráfico, donde los carteles se matan entre sí por negocios, territorios y traiciones. Veamos quién fue y es Bonadío:

UN PRONTUARIO

            Claudio Bonadío tiene sus orígenes en Guardia de Hierro allá por los años 70 del siglo XX, teniendo por compañeros a futuros delincuentes, tales como José Luis Manzano y Matilde Menéndez, entre otros.

            Vuelta la endiosada democracia en 1983, Bonadío reaparece en escena vinculándose al FUP (Frente de Unidad Peronista), en donde se vinculó con, por ejemplo, Miguel Ángel Toma (director de la ex SIDE en la época de Menem). Y empezó mal Bonadío, pues la FUP apoyó a Carlos Grosso, también delincuente de la política vernácula que se erigió en Intendente de Buenos Aires en los primeros años del menemismo.

            En esos años (1989-1991), Claudio Bonadío trabajó en el viciado Concejo Deliberante Porteño, mas luego se acercó al estudio jurídico del hebreo Carlos Vladimiro Corach. Fue éste el que lo catapultó en el Poder Judicial a Claudio Bonadío, una vez que Corach accedió al Ministerio del Interior de la Nación con Menem.

            Encargado de impartir justicia, Bonadío carecía en verdad de “carrera judicial”, pues no era jurista de nota en ninguna especialidad. Pero el amiguismo pudo más. Es así, que Claudio Bonadío impulsó numerosos sobreseimientos a favor de Carlos Corach y de otros funcionarios menemistas más, quienes fueron acusados por hechos de corrupción. Uno fue Víctor Alderete, ex Interventor –y vaciador- del PAMI.

            En 1991 el Banco Ciudad cerró una cuenta que estaba a nombre de Bonadío, y permaneció inhabilitado por el BCRA (Banco Central de la República Argentina) hasta el año 1993. Pese a que mantuvo adeudada una cuenta en el Banco Ciudad por $ 10.100 hasta el año 2010, en 1993 fue elevado a la categoría de Juez Federal.

            Camaleónico y arrastrado, condiciones indispensables con tal de quedar sujeto al poder político de turno, al llegar el kirchnerismo Bonadío se adaptó a los nuevos tiempos y empezó a reportar su habitual servilismo. Y al igual que hizo durante el menemismo, ahora tampoco desechó el tapar actos de corrupción de funcionarios kirchneristas, donde, además, sirvió de azote para todos aquellos que criticaban sus políticas.

            Cajoneó expedientes importantes, como el que se había levantado por las irregularidades en la importación de autos diplomáticos al país de funcionarios de la Cancillería, o como ese otro que tenía que ver con las coimas del Caso Skanska, del año 2004 y en donde está implicado el Ministro de Planificación Federal, Julio De Vido.

            ¿Se acuerdan de todo esto? Nosotros, sí.



Por Gabriel O. Turone



[1] Castellani, P. Leonardo. “De Kirkegord a Tomás de Aquino”, Editorial Guadalupe, página 171.
[2] Op. cit., página 200.