martes, 17 de octubre de 2017

DE BILLETES, PROCERES Y ANIMALITOS



En días recientes, más exactamente el 12 de octubre próximo pasado, y a instancias de ser reporteado por el periodista Carlos Pagni en el 53º Coloquio de IDEA, el jefe de Gabinete de Ministros de la Nación, Marcos Peña, esbozó los siguientes conceptos al referirse al cambio de figuras históricas por animales autóctonos en los billetes de papel. Dijo entonces:

            “Para mí, una de las cosas chiquitas pero simbólicas más lindas que hicimos es poner animales en los billetes. Es la primera vez en la historia argentina que hay seres vivos en nuestra moneda nacional, y que dejamos la muerte atrás, que esté tranquila y que vivamos nuestra vida.”

            Lo primero que advertí al escuchar esta sentencia, es el equívoco de Peña cuando afirma que es “la primera vez en la historia argentina que hay seres vivos en nuestra moneda nacional”, pues si se refiere a los animales insertos en el papel moneda, es dable recordar que el billete de $ 20.- (Veinte Pesos) que la administración de Juan Manuel de Rosas hizo emitir en el año 1841 tenía la imagen de un caballo criollo en actitud de correría (ver imagen de la nota). En ese mismo año, también el billete de $ 5.- (Cinco Pesos) dejaba ver un avestruz, y el de $ 10.- (Diez Pesos), una oveja.

            Marcos Peña olvida también que en la serie de billetes de 1844, también bajo el rosismo, el papel moneda de $ 5.- (Cinco Pesos) tenía dos avestruces, el de $ 10.- (Diez Pesos), un rebaño de ovejas y el de veinte dos parejas de caballos al trote. Siempre bajo el gobierno de la Federación, en 1845 y 1848 los billetes de $ 50.- (Cincuenta Pesos) mostraban, por primera vez, la imagen de una vaca.

            Quizás el jefe de Gabinete de Mauricio Macri omita recordar, incluso, la ilustración que llevaban los billetes promediando la década de 1860, donde el modelo agroexportador en boga no hacía exaltar, sino, a las vacas, colocándolas en el centro de los mismos.

            Es que, como afirma Carolina Menéndez Trucco[1], “el dinero está vinculado al comercio. Como superficie iconográfica, es un medio de comunicación. De allí su inevitable condición de transmisor de los ideales del momento”. Por eso, consolidada la etapa de la Organización Nacional hacia el 1880, los billetes comenzaron a circular con la efigie de Sarmiento, Nicolás Avellaneda, Urquiza, Mitre y, lentamente, José de San Martín y Manuel Belgrano. Estos dos últimos recién tendrán presencia en el papel moneda a partir del Centenario del país, una vez que Bartolomé Mitre los encumbró con sendas biografías.

            Es muy posible encontrar en el actual gobierno de Macri una ahistoricidad manifiesta, en donde el pasado es pensado, más que como algo aleccionador, como un estorbo que impide el desarrollo futuro nacional. Sin embargo, y aquí es donde recibiré las críticas de mis colegas revisionistas, tampoco se puede justificar que la quita de los próceres o personalidades de nuestra historia por especies faunísticas en los billetes implique, sí o sí, un hecho aberrante o de lesa patria.

            Porque si vamos a ser ecuánimes, Carlos Saúl Menem sería merecedor de todos nuestros respetos y admiración por incluir, por primera vez en la historia, la efigie del Restaurador Rosas en un billete argentino.[2] O sino, yéndome a las monedas –la otra plataforma de valor-, quienes admiramos la visión geopolítica y estratégica de Julio Argentino Roca deberíamos agradecerle al general Jorge Rafael Videla por haberlo incluido –y homenajeado- al acuñar monedas en 1979 por los 100 años de la Campaña al Desierto emprendida por el tucumano.

            Además, me parece una vileza en estos tiempos de pillaje, ramplonería y corrupción desaforada el medir el patriotismo de tal o cual administración por las figuras que imponen en sus billetes. No hay moral en el papel moneda. Lázaro Báez tiene 470.000 hectáreas, y se ubica como el tercer terrateniente más grande de la Argentina[3], rapiñando decenas de miles de billetes de $ 20.-, con la figura ilustre de Rosas, a los que cambió por dólares y euros, y, finalmente, previo pesaje, o puso en cuentas off shore en el exterior o se dedicó a gastarlos para la adquisición de algunas de las 25 estancias que poseía en la Provincia de Santa Cruz. Eso se hizo cuando el billete de Rosas estaba en danza, al igual que con el que tiene a aquellas figuras rescatadas por el liberalismo vernáculo. ¿Y si nos acordáramos de las estafas que con ese y otros billetes se hicieron desde 1992, en plena jerga menemista? El billete o papel moneda no tiene moral, esté quien esté.

            En todo caso, declaremos, entonces, como “traidores a la patria” a todas aquellas administraciones que osaron quitar la figura de la República (casi siempre representada por una mujer) de los billetes. Largo sería ese tal listado si, con ojos de numismáticos, indagáramos un poco en las numerosas modificaciones que han sufrido nuestros papeles de intercambio.

            No hay un retroceso en la historia con la quita de los próceres en esos papeles que sirvieron para estafar al pueblo de la patria, para pagar una venganza, erigir una obra o para ir al kiosco a adquirir preservativos. Porque la historia pasa por otras valoraciones, más dignas, menos manoseables. Y también me recuesto en la visión de Vicente Leónidas Sierra, enjundioso historiador para quien la historia no debía quedarse en letra muerta sino en algo más vivencial. La historia tiene que ser una actuación presente, debe quedar reflejada en nuestros actos diarios, advertía, con palabras más o menos cercanas, el nombrado Sierra. Que yo sepa, nadie ha vuelto a imitar a Rosas, así permanezca o no en un billete.

            Por último, la imposición de especies animales en nuestro dinero actual refleja, precisamente, el período que vivimos: el de una mayor concientización de la naturaleza, el del aumento del cuidado de los animales y hasta de nuestras mascotas. ¿Es esto correcto? No entra en este análisis si está mal o está bien, pero si existe la seguridad de que el billete es un exacto “transmisor de los ideales del momento”, como daba en afirmar Menéndez Trucco en 2008.


Por Gabriel O. Turone


[1] “Papeles para una nación”, Diario La Nación, ADN, sábado 23 de febrero de 2008, página 18.
[2] Lo hizo en 1992.
[3] Lo superan el Grupo Benetton (judío italiano), con 900 mil hectáreas, y el Grupo Walbrook (inglés) con 600 mil. 

viernes, 29 de septiembre de 2017

LEY DE ASOCIACIONES PROFESIONALES: QUIÉNES Y POR QUÉ LA HAN QUERIDO DESTRUIR



De algunas conversaciones que he mantenido con gente mayor, y, así también, de las variadas obras que alcancé a leer sobre el tópico, puedo concluir en que el encarcelamiento de Juan Domingo Perón en la isla Martín García en la primera mitad de octubre de 1945 se debió a la Ley de Asociaciones Profesionales que el entonces coronel hizo sancionar el día 2 de ese mes y año a través del Decreto Nº 23.852.

            La Ley de Asociaciones Profesionales le otorgaba a los gremios dos cuestiones fundamentales. Primero, reconocer la legalidad de cada entidad gremial, por ende, darle resguardo jurídico a los trabajadores que, hasta ese 2 de octubre de 1945, no podían hacer reclamos de ninguna naturaleza porque tales reclamos eran ilegítimos, nada los amparaba. Por eso, a partir de esa Ley, cada gremio pudo pelear por zanjar su Convenio Colectivo de Trabajo, sus paritarias, por los días que le correspondía de vacaciones a sus afiliados, el aguinaldo, etc., todo eso ante las autoridades gubernamentales competentes. En segundo término, la Ley establecía que, para fortalecer el poder de los trabajadores, era imperioso que exista un único gremio por rama de la actividad. Esto quería decir, que los metalúrgicos para ser más fuertes tenían que estar nucleados en un único gremio de metalúrgicos, los rurales en un único gremio relativo al campo, y así con todas las actividades laborales. De allí, la conclusión que se tiene para el sindicalismo de cuño peronista de que “todos unidos triunfaremos”, como reza en una de sus partes la Marcha Peronista, algo que también se relaciona con la más célebre frase popular que dice: “La unidad hace a la fuerza”.

            En tal sentido, ambos pilares de la Ley de Asociaciones Profesionales no hicieron más que derrotar el tipo de organización gremial que se adecuaba a las pretensiones de los regímenes de tipo oligárquico/conservador, para quienes los gremios no eran merecedores de tener derechos pues, para amedrentar su potencial, se los prefería organizados por oficios. Así, dentro del ámbito rural, por caso, había que establecer un gremio de alambradores, otro de esquiladores, otro de recolectores de manzana, etc., en vez de uno solo que agrupara a todas esas actividades de campo que, sin lugar a dudas, iban a ir con mayor peso a la hora de pelear ante las injusticias o sus derechos.

            Dicho esto, agregaré otra condición que favorecía notablemente a los gremios merced a la Ley de Asociaciones Profesionales, y que tiene que ver con que esta normativa les permitía a las entidades obreras ser libres y autónomas, en razón de que ahora era una realidad el fuero sindical colectivo, lo mismo el fuero individual. La existencia de ambos fueros quería significar, dicho por el propio Perón, “la inviolabilidad del sindicato”, es decir,

            “En un sindicato no puede entrar nadie. Sólo puede intervenir la central obrera, pero no el gobierno ni ninguna otra autoridad. Es casi una extraterritorialidad, y es la que ha permitido a los sindicatos ser libres y totalmente autónomos.”[1]

            Por esto mismo, es que los gremios han sido organizaciones libres del pueblo con autonomía, y de ello la queja constante y sonante del viejo orden oligárquico, subversivo y socialdemócrata para destruir semejante osadía, que, como veremos, lo han intentado en las décadas subsiguientes a septiembre de 1955.

            El Senador Nacional (MC) Oraldo Britos ha sostenido, en un escrito, las vicisitudes por las que ha transcurrido la Ley de Asociaciones Sindicales a partir del golpe de Estado septembrino que fuera comandado por el general Eduardo Lonardi.

            “No olvidemos –dice Britos- que Aramburu en 1956 deroga el Decreto Ley 23.852/45, Onganía en 1966 la Ley 14.455/58, Videla en 1976 la Ley 20.615/73, y finalmente la UCR, montada en una mal llamada Ley 22.105/82 originada en la última dictadura militar, en 1984 pretendió controlar las organizaciones gremiales y sus obras sociales.”[2]

            Pasando el limpio el párrafo anterior, la primigenia Ley Nº 23.852 de Asociaciones Profesionales fue derogada por el presidente de Facto, teniente general Pedro Eugenio Aramburu, en 1956, haciendo ilegales a los gremios e interviniendo militarmente la Confederación General del Trabajo (CGT), que cayó en manos del capitán de Navío Alberto Patrón Laplacette. Luego, tras el ascenso democrático de Arturo Frondizi a la presidencia de la nación en 1958, y con motivo del pacto que secretamente firmara con Juan Perón, se sancionó la Ley Nº 14.455 de Asociaciones Profesionales de Trabajadores que devolvía algunos derechos a las organizaciones sindicales. A dicha Ley Nº 14.455 la mantendrá Arturo Umberto Illia (1963-1966), pero sobrevenido un nuevo golpe de Estado, esta vez a manos del general Juan Carlos Onganía, esa Ley es derogada una vez más, creando una regresión en la vida institucional de los gremios a sus estadios de la época oligárquica.

            Al retornar el peronismo al poder en mayo de 1973, el odontólogo Héctor José Cámpora hace sancionar la Ley Nº 20.615 de Derecho de las Asociaciones Profesionales, la cual se verá firmemente aplicada, y mejorada, por la Ley de Contrato de Trabajo (Nº 20.744) que se sancionó en septiembre de 1974 bajo la presidencia de Isabel Perón. Sin embargo, ante el advenimiento del Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983), el teniente general Jorge Rafael Videla derogó la Ley Nº 20.615 y, en cambio, sancionó y promulgó, el 15 y 22 de septiembre de 1979, respectivamente, las modificaciones pertinentes para quitarle derechos a los gremios en base al Artículo 5 del Estatuto  que regía para el gobierno militar surgido mediante el golpe de Estado en 1976.

            Al comentar el corpus de las modificaciones que hizo el general Videla a la Ley Nº 20.615 que rigió desde 1973 hasta 1976, en su artículo 82 quedaba expresa la derogación de la misma, mientras que en el artículo 5 se afirmaba que “Podrá existir en el ámbito nacional más de una federación por actividad, oficio, profesión o categoría, sin superposición territorial”, permitiendo, de este modo, la denominada “democratización” del movimiento obrero y, por lo mismo, la quita de fuerza ante las exigencias de las entidades patronales. Y en el artículo 8, se aclaraba que

“Las asociaciones gremiales de trabajadores no podrán participar en actividades políticas, ni prestar apoyo directo o indirecto a partidos, candidatos políticos o a quienes realicen actividades políticas.”

Va de suyo, que esta mordaza venía a endurecer la intervención militar de las actividades de los trabajadores agremiados, pues con el Decreto 10 (“62 Organizaciones” – Prohibición de su actuación) y la Ley Nº 21.270 (Confederación General del Trabajo – Intervención – Bloqueo de fondos, cuentas bancarias y bienes patrimoniales), ambas sancionadas y promulgadas el mismo 24 de marzo de 1976, las expresiones e inquietudes del movimiento obrero organizado quedaban seriamente dañadas y silenciadas.

Finalmente, con el advenimiento de la democracia liberal en 1983, todos los partidos políticos argentinos habían pactado que, cualquiera sea el vencedor de las elecciones presidenciales, éste debía modificar las leyes sancionadas por la dictadura cívico-militar surgida en 1976. Pero Raúl Ricardo Alfonsín Foulkes incumplió el compromiso, por eso en 1984 tuvo la osadía de bregar por la “democratización” del movimiento obrero, atenuando, acaso, lo dispuesto por el general Videla unos años antes, mas restringiendo el poder y la organización de los gremios nucleados en la CGT.

Fue a través de Antonio Mucci, ministro de Trabajo del gobierno de Alfonsín (diciembre 1983-mayo 1984), que propuso la llamada Ley de Reordenamiento Sindical, el intento más serio que tuvo la UCR por quebrar al movimiento obrero organizado. Al tratarse en la Cámara de Senadores de la Nación, el proyecto fue rechazado por el bloque justicialista y por otros legisladores que se oponían a la medida.

Sin embargo, el sueño de dividir a los gremios para que dejen o mermen su autonomía, su libertad y queden en inferioridad de condiciones ante la puja eterna que sostienen contra los empresarios y las patronales, no está terminado ni mucho menos. La última expresión en este sentido, provino de un personaje que, justamente, ha surgido de las filas del pauperizado movimiento obrero de fines del siglo XX y comienzos del XXI, muchos de cuyos dirigentes han devenido en empresarios y han abandonado los principios y valores que le dieron razón de ser. Hablo de Facundo Moyano, ex secretario general de SUTPA (Sindicato Único de los Trabajadores de Peaje), a quien hemos visto envuelto en faenas de playboy, vida lujosa y cargada de despreocupación, el mismo que en noviembre de 2013 y en el mismo mes de 2016, esbozó su posición para “democratizar” –como lo pensó el socialdemócrata gramsciano Alfonsín- al movimiento obrero. “La democratización sindical va a contribuir a que se fortalezca el modelo sindical argentino y la participación política de los trabajadores”, dijo el diputado nacional Facundo Moyano en 2013. Y tres años más tarde, volvió a la carga:

“…es muy importante poder iniciar este debate que contribuye a la democracia sindical y que se tiene que dar en el seno del Movimiento Obrero. Sólo los trabajadores pueden decidir cómo quieren organizarse para defender sus intereses. La democracia sindical es un debate necesario.”[3]

            Reservo para el final, algo que por ahí muchos desconocieron aunque imaginaron, y es que, durante el tercer y último gobierno constitucional de Juan Domingo Perón, las organizaciones involucradas en la subversión marxista pidieron, durante un Plenario de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP)[4] celebrado en el estadio Luna Park en noviembre de 1973, la modificación de la Ley de Asociaciones Profesionales… Si no me cree, vea la bandera de la imagen que ilustra esta nota, donde leemos: “PLENARIO SINDICAL PERONISTA PARA LA REFORMA DE LA LEY DE ASOCIACIONES PROFESIONALES”.

            Esos mismos, fueron retratados del modo que sigue por una publicación partidaria:

            “Los empeños de la JTP (volantes con textos coordinados, campañas de difamación, mesas de “franeleo”, etc.) no alcanzaron a engrupir al pueblo que sabe que su ley es la de Asociaciones Profesionales y que sus dirigentes son los que han elegido en actos democráticos. En cambio a los de la JTP no los eligió nadie ni tienen representatividad alguna. Son una minoría universitaria que intenta copar ideológicamente al movimiento obrero organizado a través de la mejor herramienta que tuvo Perón en estos 17 años: la Confederación General del Trabajo, o como dijo Perón; la casa de la columna vertebral del peronismo.”[5]

            Por eso, repasemos el listado: oligárquicos, golpistas, subversivos marxistas, socialdemócratas, yuppies. ¿Qué tienen en común? Su profunda aversión, desprecio y traición hacia lo mejor que tuvimos, tenemos y tendremos en la República Argentina: los que trabajan.


Por Gabriel O. Turone


[1] Canfalonieri, Orestes D. “Perón contra Perón”, Editorial Antygua, Buenos Aires, agosto de 1956, página 15.
[2] Britos, Oraldo N. (2014). A 30 años del rechazo del Proyecto del Ley de “Reordenamiento Sindical”. De  http://escuelauatre.com.ar.
[3] Facundo Moyano: “Lo que buscamos es democratizar el sindicalismo”. NCN Noticias Congreso Nacional, nota del 11 de noviembre de 2016, https://www.ncn.com.ar/facundo-moyano-lo-que-buscamos-es-democratizar-el-sindicalismo.
[4] La JTP fue el brazo juvenil sindicalizado que respondía a la terrorista Organización Montoneros.
[5] No pudo llenar el Luna Park la JTP a pesar del apoyo universitario, Revista “El Caudillo de la Tercera Posición”, Año I, Nº 1, noviembre 16 de 1973, página 14. 

miércoles, 30 de agosto de 2017

DESAPARECIDOS: ¿LOS BUSCA ALGUIEN A ESTOS?



Aeropuerto Internacional “El Pucú” de Formosa. 27 de agosto de 2017, 18:09 PM. Esta captura la saqué, algo incómodo y discretamente, antes del momento de embarcar en el avión que me traía de regreso a la ciudad de Buenos Aires. Recordaba la escena, pues se mantenía casi intacta desde hacía un año atrás, cuando también pasé por el mismo trámite viajero.

            Allí aparecen, a la vista, una nutrida cantidad de desaparecidos de la democracia. Exacto, leyó bien, desaparecidos del sistema democrático, de la falsa deidad que nos enseñaron, muchas veces obligadamente, a respetar so pena de alguna sanción de rancio estilo novelesco “1984”. Recordé aquellos rostros de los infelices que todavía están en algunas mazmorras o submundos de la democracia, de personas que nunca más vivieron la libertad o el pleno desarrollo de sus aptitudes para el mejoramiento humano de sus vidas.

            Repiquetea en la prensa canalla, la pregunta ideologizada y harto politizada: ¿Dónde está Santiago Maldonado? Un taxista formoseño, tierra acaudillada desde hace décadas por el delincuente Gildo Insfrán, me lo tildó de “hippie vago, mugriento”. No solamente tenía razón, sino que hasta el chofer, de casi mi misma edad, sabía que lo de este Maldonado era –es- parte de una cuestión con tufillo político local e internacional.

            Aceptando que, al fin y al cabo, el tal Santiago Maldonado, que andaba enredado en reclamos subversivos con “mapuches”, se encuentre desaparecido, oculto, con otra identidad y gozando de una vida de placer o, pensemos mal, sirviendo a los intereses financieros de la inglesa ciudad de Bristol, el hecho no deja de ser una tragedia.

            Universalicemos el ejemplo del alta y dudosamente publicitado Maldonado. ¿Qué hay, entonces, de las personas que figuran en esos papeles con membrete del Ministerio de Seguridad de la Nación pegados en el aeropuerto de Formosa? ¿Valen más o menos que Santiago Maldonado? ¿Merecen más o menos segundos y minutos de publicidad que los dispensados a quien protestaba junto a unos “mapuches” de habla hispana para escindir territorio argentino?

            Un eslogan de muy pobre pensamiento, empieza a corroer los medios de comunicación, y que dicen algo así como que “Macri está haciendo desaparecer a personas como en la dictadura”. Muy bien, hay allí un meta mensaje: que un gobierno surgido de la democracia sea comparado con el de un proceso militar de facto por hacer desaparecer humanos, lo que no sería tan descabellado imaginar. Y le sumaría una pregunta retórica, ¡ya que estamos!: ¿Y si todos los gobiernos de la democracia surgida en 1983 tienen sus propios desaparecidos?

            Al pensar en este último interrogante, traté de encuadrar lo mejor que pude mi celular para, casi en el acto, el obturador de la lente logre acaparar la mayor cantidad de imágenes posibles. Y los datos que acompañan a las fotos de los desgraciados me asombran, al tiempo que avalan lo que me cuestiono en la pregunta retórica. Veamos.

               Dice en uno de esos carteles de mejor visibilidad “BUSCAMOS A Ariel Eduardo FRUTOS”, el cual desapareció en la localidad de Ezeiza, Provincia de Buenos Aires, el “01/03/2015”. Me pregunté que quién gobernaba en marzo de 2015. Respuesta: Cristina Fernández Elizabeth Wilhelm de Kirchner. Ese Frutos es un desaparecido del gobierno democrático kirchnerista, ¿no es cierto? Sigamos con otro.

              En el extremo superior, figura el cartel, en blanco y negro, de la ciudadana desaparecida “ANELEY KAREN GIMENEZ”. Fecha de desaparición: 27 de octubre de 2012. Vuelvo a molestar la frágil memoria colectiva: ¿Quién gobernaba en octubre de 2012? La supuesta abogada Cristina Fernández de Kirchner. Continuemos.

            El 24 de septiembre de 2015, bajo el gobierno de Cristina Kirchner, desaparecieron dos criaturas, “Malena y Valentina JUNCOS MALLEA” de 6 y 8 años, respectivamente. ¿Nadie salió a protestar, con carteles y alboroto, por la desaparición de las niñas Juncos Mallea? Hasta el delincuente Carlos Saúl Menem tiene su desaparecido en el encuadre de la imagen capturada, cuando aparece un joven melenudo de nombre “Mariano Damián ARIAS” que fue visto por última vez en la localidad bonaerense de Lomas de Zamora en 1997, cuando contaba 18 años de edad (ahora, dice el cartel, tendría 38).

            Pregunto, ya para finalizar, ¿dónde están todos ellos, desaparecidos bajo gobiernos de la democracia?



Por Gabriel O. Turone

viernes, 7 de julio de 2017

1981 – 6 DE JULIO – 2017 // 36 AÑOS DE LA PUESTA EN LIBERTAD DE ISABEL PERON



Se recuerda ayer, luego de 5 años, tres meses y once días, la puesta en libertad de la ex Presidente de la Nación doña María Estela Martínez de Perón, una de las dirigentes que más años estuvo privada de su libertad luego de su derrocamiento el 24 de marzo de 1976.

De esta etapa sombría, hay quienes la recuerdan manteniendo suma lealtad hacia sus convicciones de peronista y hacia la vida de otros compañeros, pues, como le han dicho al que suscribe ‘en off’,

“si algo se le debe reconocer es que Isabel no entregó a nadie y no se le ha conocido relación alguna con ninguno de sus captores al solo hecho de pasarla mejor en prisión”.

Hasta su liberación, Isabel Perón recibió el apoyo de sus partidarios, sean del Partido Justicialista (PJ) o de la CGT. La central obrera en un pequeño cuadernillo suscrito en 1980, y que estaba dirigido a todas las regionales y subregionales del país, pidió por la pronta libertad de Isabelita, al tiempo que, defenestraba la política económica emprendida por el Ministro de Hacienda del Proceso de Reorganización Nacional, José Alfredo Martínez de Hoz. Felicita, en dos renglones apenas, y poniendo reparos en otros excesos de las FF.AA., la eliminación que se hizo de la guerrilla subversiva según se desprende de ese importante documento que pasó casi desapercibido para el análisis histórico de esta etapa de la vida nacional.

            Por su parte, tengo a la vista un comunicado mecanografiado que, sin firmas al pie, lleva por título POR LA VIGENCIA DE LOS DERECHOS HUMANOS Y LAS LIBERTADES DEMOCRATICAS, que obra en la vitrina 34 de la Biblioteca “Felipe Gallardo” de la Escuela Político Sindical de la UATRE. No lleva fecha, aunque por un párrafo que hace alusión a la “desastrosa pérdida de las islas Malvinas”, infiero que pudo haber sido escrito inmediatamente después del Conflicto el Atlántico Sur. A su vez, podemos observar en un apartado el pedido que se hace para dejar en libertad política (atención con el término) a Isabel Perón. Es una misiva que, sin dudas, la hace el PJ aunque ya inmerso en esa coalición que se denominó “Multipartidaria”, donde convivía, para buscar una salida democrática al país, con varios partidos políticos de otras tendencias ideológicas.

Para 1982, que es cuando, casi con seguridad, fue escrito el comunicado, Isabel Perón ya estaba en libertad, pero no así en libertad para volver a participar en la vida política vernácula. Por eso, en un suelto del escrito, y bajo el título subrayado “ISABEL PERON”, los dirigentes del PJ señalaban que:

“Recientemente se ha dictado un fallo de la Corte Suprema de la Nación donde se confirma una anterior decisión judicial de mantener de por vida la inhabilitación política de la ex-presidenta de los argentinos Isabel Perón. Esta nueva sentencia, ratifica una vez más la no existencia de independencia del Poder Judicial con relación a la dictadura militar.

“Por lo demás, demuestra lo proscriptivo y condicionante de la  salida “democrática” del régimen.

“Nuestro Partido ha venido luchando desde 1976 para que se dejara en libertad a la ex-presidenta y se derogaran las injustas inhabilitaciones y por la disolución del CONAREPA[1]. Hemos llamado también, al Peronismo y (a) todas las fuerzas políticas populares para que tomen firmemente la situación de Isabel Perón. En este sentido, apoyamos resueltamente la decisión del último Encuentro del Justicialismo en Bariloche que toma esta reivindicación y llamamos junto a los compañeros peronistas a desarrollar un vasto movimiento para que se levanten las proscripciones que pesan sobre Isabel.”

            Por su parte, y una vez liberada en julio de 1981 la ex Mandataria, en las página 12 y 13 de la edición Nº 13 de la Revista Línea, dirigida entonces por el ex diplomático y revisionista José María Rosa, se le dedica una importante cobertura a tan menuda cuestión. Lo hace con sorna, pues titula a la crónica del modo que sigue: “ISABEL: ¿Liberada o Condenada?”. Desde allí se quejan de la poca importancia que le dieron los medios a la ilegítima prisión de Isabelita durante más de un lustro, mientras que con su liberación ahora todos salían a bombardear las primeras planas de los medios gráficos.

            En una parte, la nota de Línea advertía que “la ex presidente recuperaría condicionalmente su libertad por haber cumplido los plazos procesalmente previstos, esto es, los dos tercios de su condena (¿condena?)”. En verdad, no hubo condena sino una lisa y llana privación de sus derechos políticos, de su libertad y de sus bienes, puntos los cuales los medios no demostraron mayor interés, recalca la publicación Línea. Por eso, remata diciendo que “En todo este tiempo, la Sra. de Perón sigue “cumpliendo condena”, bajo la forma de libertad condicional”. Aún después de largos años de presidio, a Isabel Perón la chantajearon, la extorsionaron y la despojaron de sus bienes, los cuales habían sido adquiridos legítimamente por el teniente general Juan Perón y el aporte de gremios y afiliados justicialistas, como ser: la casa de la calle Gaspar Campos en San Vicente[2] y el chalet “17 de Octubre” de Puerta de Hierro, Madrid.

            Tanta vituperación sobre su figura, hizo de María Estela Martínez de Perón Casas una mujer retraída, llamada a silencio y recostada sobre dogmas y principios cargados de religiosidad. Esta actitud se mantuvo en todos sus aspectos, aún en aquellos esporádicos viajes que, luego de 1981, realizara a nuestro país. Por eso, bien lo comunicaba su Secretario de Prensa en ese julio de 1981, de que Isabelita “no hará declaración política alguna”, postura que mantuvo como un mandato en sus últimas décadas.

            Por último, apenas arribó al aeropuerto de Barajas, Madrid, tras ser liberada, Isabel Perón apenas deslizó algunas respuestas triviales a una breve entrevista que le hiciera la publicación española Radiolandia 2000. Dijo que escuchaba música clásica de Beethoven y Lizt, que era un afiebrada lectora de diarios, revistas y libros y que no iba a opinar de lo que sucedieron en sus cinco años de cautiverio porque, simplemente, “para hablar del país hay que estar en el país”, concluyendo con algo que le decía su esposo Juan Perón: “Jamás hay que dejar que la lengua se adelante al pensamiento”.

            Reservo antes del cierre, que fue Pilar Franco, la hermana del Generalísimo Francisco Franco, quien le dio acogida a Isabelita para que se radicada definitivamente en España, e incluso fue aquélla quien la fue vino a buscar a la Argentina ni bien fue puesta en libertad la ex Presidente de la Nación. Y que Gerónimo Venegas, el recordado hacedor y ex Secretario General de la UATRE fue un admirador de la señora de Perón, al punto de reivindicarla con un hermoso cuadro que hoy se ubica, en un lugar preferencial, en el salón del 1º piso de la sede de las 62 Organizaciones Peronistas (avenida Independencia 3058, Capital Federal).

            Punto entonces.



Por Gabriel O. Turone


[1] Siglas de la Comisión Nacional de Responsabilidad Patrimonial, creada el 21 de octubre de 1977 por el gobierno militar de Facto.
[2] Esta casa fue adquirida en el año 1940.